Jesucristo y el desierto.
La relectura e interpretación definitiva del desierto la encontramos en Jesucristo. El mismo es su interpretación. Jesucristo es llevado por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo (Mt 4,1-11). Permanece allí durante cuarenta días y cuarenta noches. Supera la tentación, permaneciendo fiel a la voluntad de su Padre. En él se hace realidad la utopía y la aspiración de los profetas: los días del desierto son los días de las bodas de Dios con su pueblo, tiempo de fidelidades mutuas y perfectas. Jesucristo, al revés del pueblo escogido, prefiere la palabra de Dios, lo absoluto de Dios al pan, al deseo de satisfacción personal; la confianza y entrega al Señor al milagro maravilloso; la adoración y servicio de Dios a toda ambición de dominación terrena. Y así supera la prueba. La prueba con que Dios tentó a su pueblo, que fracasó en los días del desierto, encuentra ahora su sentido, su respuesta auténtica: Jesucristo es el verdadero pueblo de Dios, el genuino pr...