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Mostrando entradas de octubre, 2021

Hacer la voluntad de Dios es seguir los caminos de Dios.

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Atenerse a la voluntad de Dios, al plan de Dios sobre nosotros es despojarse de sí mismo, del hombre viejo para arraigarse en Cristo. “Despojaos del hombre viejo, según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, me dice él, y revestíos del hombre nuevo que ha sido creado por Dios en la justicia y santidad (Ef 4,22-24) He aquí el camino indicado. No queda más que recorrerlo como Dios quiere” (UE 24) “Pero para realizar este plan, que es el de Dios mismo (asemejarnos más íntimamente al divino Modelo) he aquí el secreto: olvidarse, abandonarse, no buscarse a sí mismo, mirar al Maestro, solamente a Él, recibir igualmente, como venidos directamente de su amor, la alegría y el dolor. Esto coloca al alma en unas alturas tan serenas… (Cta 333: fin 10.1906) Ante la voluntad de Dios la naturaleza puede rebelarse, pero la voluntad de Dios es más fuerte. “Sin duda la naturaleza puede tener sus angustias ante el sufrimiento –el Maestro quiso experimentar esa humillación- pero la voluntad del

Hacer la voluntad de Dios es glorificarle

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“Tal vez usted me diga: ¿Cómo glorificarle? Es bien sencillo. Nuestro Señor nos enseña el secreto cuando nos dice: ‘Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado (Jn 4,34). Únase, querida señora, a la voluntad del Maestro adorable, vea cada sufrimiento y cada alegría como venidos directamente de él y entonces su vida será una comunión continua, ya que cada cosa será como un sacramento que le comunicará a Dios. Y esto es muy real, porque Dios no se divide: su voluntad es su ser” (Cta 264: fin 1.1906)   P. Román Llamas ocd     Próximas publicaciones: ·         Hacer la voluntad de Dios es seguir los caminos de Dios.

Hacerla siempre y en todo

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  Esta voluntad del Padre del cielo hay que vivirla siempre, como hay que obrar siempre por amor, tanto en lo que llaman los autores espirituales la voluntad de beneplácito como la voluntad de signo. Y entre los signos en los que se manifiesta la voluntad del Padre están los aspectos negativos de la vida: el dolor, la enfermedad, el fracaso, las humillaciones, los infortunios… ¿qué hacer entonces? “Comamos con amor este pan de la voluntad de Dios. Si algunas veces sus determinaciones son muy dolorosas, podemos decir, sin duda, con nuestro Maestro adorado: ‘Padre, si es posible pase de mí este cáliz’, pero añadiremos inmediatamente: ‘No como yo quiero sino como Vos queréis’ (Mt 26,39) Y con serenidad y fortaleza subiremos también nuestro Calvario con el divino Crucificado, cantando en el fondo de nuestras almas, haciendo subir hasta el Padre un himno de acción de gracias, porque los que van por esta vía dolorosa son aquellos a quienes ‘Él ha conocido y predestinado a ser conformes con

Hacer la voluntad del Padre es moverse por amor

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Entregar totalmente la voluntad al Señor, a Jesús, es hacer de ella el manjar de cada día, de cada momento. Es moverse en todo por amor, porque lo único que le agrada a Dios en nosotros es que le amemos y, amándole de verdad, hacemos su voluntad. Y amarle es entregarle nuestra voluntad, nuestro amor. “Pero para llegar a este amor, el alma debe haberse ‘entregado toda entera’, su voluntad debe haberse perdido dulcemente en la de Dios para que sus ‘inclinaciones’, ‘sus facultades’ no se muevan más que en este amor y por este amor. Hago todo con amor, sufro todo con amor: tal es el sentido de lo que canta David: ‘Guardaré para ti mí fortaleza’ (Sal 58.10) Entonces ‘el amor la llena de tal manera, la absorbe y la protege’ tan bien ‘que ella encuentra en todo el secreto de crecer en el amor’, ‘incluso en sus relaciones sociales’. En medio de las preocupaciones de la vida, puede afirmar con todo derecho: ‘Sólo en amar es mi ejercicio’” (CF 16) Y es que esta voluntad con qué Dios actúa está

Algunos aspectos de este hacer la voluntad del Padre: Jesús, ideal del hacer la voluntad de Dios Padre

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Podemos fijarnos en algunos aspectos concretos de este hacer la voluntad del Padre. Aunque todo es voluntad de Dios, Isabel de la Trinidad todavía destaca algunos modos y colores de este hacer la voluntad del Padre. Y el primero de todos   Jesús, ideal del hacer la voluntad de Dios Padre Jesús es siempre el ideal que tiene in mente Isabel de la Trinidad cuando habla de sí misma y cuando se dirige a otras almas. Cuando se trata de hacer la voluntad del Padre del cielo nunca podemos perder de vista a Jesús. Ella no olvida nunca que el Padre nos ha predestinado desde la eternidad para ser conformes con la imagen de su Hijo Jesucristo (Rom 8,29), texto que cita repetidas veces. Y de Cristo Jesús, de esta Imagen viva y viviente, destaca que hizo de la voluntad de su Padre su manjar de cada día. “Importa, pues, que estudie este divino Modelo para identificarse perfectamente con Él, que pueda continuamente reproducirle ante los ojos del Padre. Y, en primer lugar, ¿Qué dice Él al ent

Isabel de la Trinidad (4 DE 4)

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Escribe a Luisa Demouli, meses antes de morir, y en estas podemos ver, sin duda, un reflejo de su propia situación duramente dolorosa: “Y además recuerde que el amor debe llevar al sacrificio. San Pablo nos lo dice, hablando del Maestro; Me amó y se entregó por mí (Gal 2,20) ¡Que su santa voluntad sea la espada que la inmole a cada instante! Vaya a aprender esta ciencia (de hacer la voluntad del Padre) junto a Jesús, en el jardín de la agonía cuando su alma triturada gritaba: Que se haga vuestra voluntad y no la mía (Mc 14,36)   Mi Luisita, viva con Él donde esté y en cualquier cosa que haga” (Cta 291: fin de 6.1906) Escribe al canónigo Angles. “La felicidad de mi Maestro basta para hacer la mía, y me entrego a Él para que se haga en mí su voluntad” (Cta 271: 9.5.1906) P. Román Llamas ocd     Próximas publicaciones: ·         Algunos aspectos de este hacer la voluntad del Padre: Jesús, ideal del hacer la voluntad de Dios Padre         ·         Hacer la voluntad del Pad

Isabel de la Trinidad (3 DE 4)

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En carta a su amiga Margarita Gollot le dice: “No hay cosa mejor que cumplir su voluntad. Ofrezcámosle nuestro destierro” (Cta 28: 1.7.1900) Y en otra a la misma amiga le escribe: “Pero ¿podemos desear algo fuera de lo que Él quiere? ¿no estamos dispuestas a estar en la tierra todo el tiempo que Él quiera? ¡Oh, qué bueno es unir, identificar nuestra voluntad con la suya! Entonces una es siempre feliz, siempre está contenta” (Cta 44: 7.4.1901) Debemos acoger y bendecir esta voluntad de Jesús tanto en las alegrías como en los sufrimientos “¿No es siempre Él quien nos ofrece la alegría o el dolor, la salud o la enfermedad, el consuelo o la cruz? ¡Ah! Amemos, bendigamos esa voluntad amorosa que nos envía estos sufrimientos” (Cta 53: 8.5.1901) Ya en el Carmelo, en el Cuestionario que presentaban a las que habían entrado, unos días después de la entrada, a la pregunta ¿Qué nombre querría tener en el cielo? Responde: Voluntad de Dios. Nos dice que ama a la Regla porque le manifiesta l

Isabel de la Trinidad (2 de 4)

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  En sus Notas íntimas le dice a Jesús por estos mismos días: “Pero lo que amo sobre todo es cumplir tu voluntad. Y ya que quieres que esté todavía en el mundo, me someto de todo corazón por amor tuyo… Acepto de antemano los sacrificios, todas las pruebas, incluso la de no sentirte conmigo. Sólo te pido una cosa: ser siempre generosa y fiel, siempre, aunque nunca vuelva a poseerme. Quiero cumplir perfectamente su voluntad, responder siempre a su gracia” (NI 5:23.1.1900) Cuatro días después escribió: “Que vuestra voluntad sea siempre la mía. Puedo ser vuestra en el mundo ¿no es verdad?, oh Jesús. Desde hace tiempo os lo he dado todo; hoy renuevo esta ofrenda. Soy vuestra pequeña víctima ¡Ah! Que desaparezca Isabel y quede sólo Jesús” (NI 27.1.1900) Cuando se entera que su amiga María Luisa Hallo va a entrar en el noviciado de las religiosas del Sagrado Corazón de Conflans, escribe en su Diario: “Quisiera poder decir adiós, como ella, a aquellas a quienes amo tan tiernamente y deja

Isabel de la Trinidad (1 DE 4)

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Isabel de la Trinidad, fiel hija y discípula aventajada de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, abunda en la misma enseñanza y camina por el camino de la voluntad de Dios. Hacer la voluntad de Dios Padre, de Jesús, como la única aspiración, el único deseo de su alma es una actitud que aflora constantemente a su pluma, como expresión de su plena y amorosa acogida y aceptación de la misma. Más que enseñanza doctrinal a este respecto Isabel nos da una enseñanza vital y viva. Ella habla de su experiencia desde el Espíritu de esta realidad y de vez en cuando inserta una llamada a los que quieren vivirla de verdad. Su único deseo, su única aspiración, su única ambición, su único sueño, su único empeño es hacer la voluntad de su Padre del cielo. Tiene hambre de hacer la voluntad de Dios o de Jesús. En carta a su amiga María Luisa Mouret, recordándola que todavía le falta un año para entrar en el Carmelo y pensando lo dura que será la separación de su madre y de su hermana Guita le escribe:

HACER LA VOLUNTAD DEL PADRE DEL CIELO

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Desde que Cristo nos reveló que vino para hacer la voluntad de su Padre que le envió; desde que “entrando en este mundo dice: No quisiste oblaciones ni Sacrificios, pero me has preparado un cuerpo. Los holocaustos y sacrificios por el pecado no los recibiste. Entonces yo dije: Heme aquí que vengo –en el volumen del libro está escrito de mí- para hacer ¡oh Dios! Tu voluntad… Entonces dijo: He aquí que vengo para hacer tu voluntad. En virtud de esta voluntad somos nosotros santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecho una sola vez” (Heb 10.5-7,9-10). Y desde que hizo de la voluntad de su Padre el manjar de cada día: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Jn 4,34), hacer la voluntad del Padre es la esencia de la santidad y de la perfección para todos los hijos de Dios. Y desde que la Virgen María expone ante el arcángel que le revela que va a ser la Madre de Dios que su actitud es hacer la voluntad del Padre celestial: He aquí la esclava del Señor, hágase

El sufrimiento como prueba de amor 5 de 5

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En carta a Germana Gemeaux, ante la inminencia presentida de su muerte, le dice: “Gusto, experimento alegrías desconocidas. La alegría que el dolor qué suave y dulce es, querida Germana… Antes de morir abrigo la ilusión de ser transformada en Jesús crucificado, y esto me da mucho ánimo en el sufrimiento… Una santa escribía, hablando del Maestro: ‘¿Dónde, pues, habitaba Él sino en el dolor?’ En efecto, esta fue su residencia en los treinta años que pasó en la tierra, y sólo a los privilegiados se la hace compartir… Si supiese la felicidad inefable que goza mi alma pensando que el Padre me ha predestinado para ser conforme con la imagen de su Hijo crucificado… (Rom 8,29) Es San Pablo quien nos comunica esta elección divina, que parece ser mi porción” (Cta 324: 10.10.1906) En carta a la señora Farrat, agradeciéndole una hermosa caja de deliciosos bombones Kalougas que le ha enviado y otros mil alivios, le dice: “Sufro mucho desde hace unos días” pero “la pobre enferma es muy feliz de

El sufrimiento como prueba de amor 4 de 5

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En carta a su hermana Guita le dice también: “Él me atrae hacia el sufrimiento, hacia el don de sí: me parece que esto es el término del amor. Hermanita, no perdamos ningún sacrificio, ¡Hay tanto que recoger en un día!... ¿No te parece que el sufrimiento une a Él con un lazo más fuerte?” (Cta 298: 16.7.1906) En este tiempo escribe varias cartas a su madre y en la mayoría le habla de este amor al sufrimiento y esta obsesión por él. Voy a recoger solamente dos textos: “Comprendo mejor que nunca cuanto nos ama Dios cuando nos prueba… Cuando temes, como dices en tu amable y querida carta, que yo sea una víctima destinada al sufrimiento, te suplico no te entristezcas, sería tan hermoso… No me creo digna. Piensa que tengo parte en los sufrimientos de mi Esposo y voy a Él con mi pasión para ser redentora con Él. San Pablo dice que a los que Dios ha conocido en su presciencia los ha destinado para ser conformes con la imagen de su Hijo (Rom 8,29). Alégrate en tu corazón maternal pensando q

El sufrimiento como prueba de amor 3 de 5

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La experiencia y la valoración del dolor como expresión y prueba del amor singular de su Esposo a ella y como expresión y prueba de su amor total a Él, adquieren unas cotas altísimas y sublimes y se acentúa y repite constantemente. Y no es el dolor por el dolor, como ella misma dice en uno de sus testimonios, sino el dolor como camino de identificación espiritual con el Crucificado por amor y de hacer de ella con Él una Unidad al servicio de la Iglesia. Por eso, bastaría referirse a este periodo de su vida desde final de marzo en que es llevada a la enfermería hasta su muerte el 9 de noviembre de 1906, aunque la enfermedad la viene trabajando desde mucho antes, si bien no le impide seguir la vida regular. Ya en carta que escribe a la señora Sourdon le dice: “Querida Señora, el Señor me ha hecho comprender con su luz el gran tesoro que es el sufrimiento y nosotros no comprenderemos nunca hasta donde nos ama cuando nos prueba; la cruz es una prueba de su amor” (Cta 269: hacia final d

El sufrimiento como prueba de amor 2 de 5

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Y, cuando ya sabe que a los 22 años puede entrar en el Carmelo prorrumpe en estas exclamaciones a Jesús su Esposo amado: “¡Oh!, envíame sufrimientos; quiero compartir tus dolores… Jesús, mi supremo amor, no puedo vivir más sin sufrir, cuando tu sufres. ¡Ah! Muy pronto seré toda tuya, viviré en la soledad, a solas contigo solo, sin ocuparme de otra cosa más que de ti, no conversando sino contigo… ¡Ah, ella tendrá que hacer un sacrificio, abandonando a las que más ama! Pero siente dulzura infinita en este sacrificio, pues lo hace por ti, a quien, por encima de todo, por ti que has herido su corazón” (D III: 27.3.1899; D 124: 31.3.1899, viernes santo) En ese mismo día derrama su alma con estas reflexiones y ansias: “Os hago el sacrificio de mi vida… Ah, quiero la cruz, quiero vivir en ella como fuerza y sostén y tesoro, ya que Jesús la ha escogido para Él, la ha escogido también para mí. Le doy gracias por esta señal de predestinación. ‘O cruz, ave spes unica ’ ¡Oh!, si tú serás mi so

El sufrimiento como prueba de amor 1 de 5

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Vivir sólo de amor, pero con el sufrimiento del que es inseparable. Vivir de amor es vivir en sufrimientos, porque el amor se alimenta de sacrificios, que es la fuente inagotable de la más verdadera y sublime alegría. El sufrimiento es la prueba del amor, y esto en una doble dimensión: es la prueba del amor de Dios a sus amantes y es la prueba del amor de sus amantes a Dios. Dios a los que más ama los lleva por caminos de trabajos y pruebas, según la regla que establece Santa Teresa con estas palabras, que Isabel de la Trinidad ha leído más de una vez: “Y está claro, pues lo es, que a los que Dios mucho quiere, lleva por caminos de trabajos, y mientras más lo ama, mayores” (CP 18,1). También dice que “terriblemente trata Dios a sus amigos refiriéndose a San Juan de la Cruz; a la verdad no les hace agravio, pues se hubo así con su Hijo” (Cta del 11.3.1578) Y los que de verdad aman a Dios no tienen otro camino para demostrar el amor que le tienen, sino el sufrimiento. Desde que el