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Mostrando entradas de abril, 2021

LAUDEM GLORIAE (7 DE 19)

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A partir de esta fecha apenas si encontramos una carta o escrito de Isabel donde no se cita o se expliquen a tiempo y a destiempo Efesios 1,4-6 y Rom 8,29-30. Vive como deslumbrada por el misterio, embebida en su embeleso. Vive dentro de sí misma en el más hondo abismo el misterio del amor que la hace Laudem gloriae . Este nombre, de hecho, lo tomó de San pablo en su carta a los efesios 1,6,12 donde dice que Dios nos ha elegido en Cristo para ser alabanza de gloria de su gracia (V 6), para alabanza de su gloria (V12). Escribe al abate Andrés Chevignard: “Ayúdeme señor abate. Tengo mucha necesidad. Cuanto mayor es la luz más siento mi impotencia. ¿Quiere usted (ya que es gran pontífice) consagrarme el 8 de diciembre al poder de su amor para que sea de verdad alabanza de gloria? (Laudem gloriae) (Ef 1,6.12). He leído esto en San Pablo y he comprendido que esta era mi vocación desde el destierro, esperando el Sanctus eterno” (Carta 250, hacía 29.11.1905, p. 784) Isabel es una conoce

LAUDEM GLORIAE (6 DE 19)

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Y el impulso definitivo no parece habérselo dado su hermana en religión, sino, según confesión propia, la encíclica de San Pio X del 4 de octubre de 1903: Instaurre oimnia in Chrito con la que compone unos versos dedicado a su M. Priora: Un programa tan bello, dictado por el Verbo, / es el de Dios mismo desde la eternidad / En sus escritos Pablo lo repite incansable, / ha sido su amor grande, su inmensa caridad, / Hagamos un silencio, oigámosle hablar. / Él os dirá, oh, Madre, el decreto solemne: / para ser puros y santos ante Él / Dios os eligió en Él en su decreto eterno. / Grande fue la miseria que nos causó el pecado, / ¿qué será de nosotros si Dios no nos socorre? / Rico en misericordia es siempre nuestro Padre / y la oración de Cristo aplaca su furor. / Y para hacer brillar la gloria de su gracia / Él nos justificó por la redención / La gloria de su rostro ahora ver podemos, / pues Él nos ha llamado sus hijos adoptivos (P89: 14.6.1904) En la poesía cita también a Juan capítu

LAUDEM GLORIAE (5 DE 19)

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Urs von Baltasar da esta explicación de esta realidad. Viene a decir que todo estaba ya preparado en el alma de Isabel desde su entrada y su vivencia en el Carmelo donde se encontró con la Biblia y especialmente con San Pablo. Lo relativo al hombre nuevo y lo que representa, crea de nuevo todos los valores o les da una mayor consistencia. No se limita a los textos del principio de la carta a los efesios. “Él nos eligió en Él antes de la fundación del mundo para ser santos e irreprochables ante Él por el amor, eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para la alabanza de la gloria de su gracia. Con las que nos agració en el Amado… A Él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano, según el previo designio de quien lo realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria.    …En Él también vosotros… fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa que es prenda

LAUDEM GLORIAE (4 DE 19)

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Una carta a su hermana Guita termina así: “Tu hermana mayor, “Laudem gloriae. Es así como nos llamaremos en el cielo” (Cta. 260: enero 1906, p. 797). Y con ese nombre firma algunas cartas más. A partir de la fecha del 25 de enero de 1904 incide con frecuencia en esta su misión de ser alabanza de gloria. Destacan las cartas al canónigo Angles. Le dice que “por eso vivo en constante acción de gracias, uniéndome a la alabanza divina que se canta en el cielo de los santos. Estoy haciendo mi aprendizaje aquí en la tierra (Cta. 225: 8.3.1905) En carta del 6 de mayo de 1905 al Abate Chevignard le dice que en su primera misa no se olvide de “aquella que él ha guiado al Carmelo para ser alabanza de gloria” y firma M. Isabel de la Trinidad, alabanza de gloria (Cta. 211). P. Román Llamas, ocd  

LAUDEM GLORIAE (3 DE 19)

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Esta expresión como nombre propio se encuentra por primera vez en la carta que escribe a un seminarista Chevignard el 25 de enero de 1904 y que acaba con estas palabras: Seamos, como dice San Pablo la alabanza de su gloria (Cta 191) Antes ha citado ampliamente la carta de San Pablo a los efesios, lo que significa que ella ha meditado largamente, “la magnífica carta de San Pablo” Esta invitación que hace de pasada al seminarista, se la propone al canónigo Angles como una confidencia íntima: “Voy a hacerle una confidencia muy íntima: Mi sueño es ser la alabanza de su gloria (Ef 1,12). He leído esto en San Pablo y mi esposo me da a entender que esta es mi vocación en el destierro, mientras espero ir a cantar el Sanctus eterno en la ciudad de los santos. Pero eso necesita una gran fidelidad, pues para ser alabanza de gloria hay que estar muerta a todo lo que no es Él, para no vibrar más que con su toque, y la miserable Isabel tiene muchas desatenciones con su Maestro. Pero Él la perdona,

LAUDEM GLORIAE (2 DE 19)

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  Aunque inicialmente ese descubrimiento pudo ser fortuito. En una conversación con una religiosa, Amada de Jesús, esta le dijo que había encontrado en San Pablo una frase admirable: Dios nos ha creado para ser alabanza de gloria. Sor Isabel se emocionó, fue a la celda y se puso a buscarla en el texto en latín. Al no encontrarla, volvió a la celda de la religiosa para que le indicase el lugar donde se hallaba esa frase. Sor Isabel no volvió a hablar más del asunto, pero sor Amada se sorprendió cuando estando con Sor Isabel para la conferencia oyó a la priora y a otra religiosa llamarla Laudem gloriae . Lo que venía viviendo lo puede encerrar en una expresión bíblica: Laudem gloriae que descubre en la carta de San Pablo a los efesios. Es tal la intensidad con que viene viviendo lo que luego encierra en ese nombre descubierto que, cuando lo descubre bajo la luz carismática del Espíritu Santo, lo toma como un vehículo para derramar a través del mismo todas las inmensas riquezas de vi

LAUDEM GLORIAE (1 DE 19)

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Es el nombre personal que ella misma escogió como síntesis de lo que quería que fuese su persona y su vida. El nombre en la Biblia es la identidad de la persona. Y así se sustituye nombre por persona. El nombre equivale a la persona. Eso es lo que pretende Isabel de la Trinidad con la elección de este nombre. Y lo escogió tardíamente. Cuando escribe la famosa Elevación a la Trinidad, el 24 de noviembre de 1904, todavía no lo había escogido. Alabanza de gloria es la vocación que Isabel de la Trinidad descubre aquí en la tierra por obra y gracia del Espíritu Santo en los escritos de San Pablo. Es como una gracia mística que se le da a conocer ya dos años antes de su muerte. Adoradora de Dios, éxtasis de amor ante la Belleza, la Grandeza y la Fuerza del amado, un día experimentó que Dios Padre le había predestinado para ser alabanza de gloria de Dios.                                                                                                                                        

María alabanza de gloria (2 de 2)

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Una alabanza de gloria es un alma que mira fijamente a Dios en la fe y en la simplicidad. Es un reflector de todo lo que Él es. Es como un abismo sin fondo en el cual Él puede verterse y expansionarse. Es también como un cristal a través del cual Él puede irradiar y contemplar todas sus perfecciones y su propio esplendor. Un alma que de este modo permite al Ser divino apagar en ella su deseo de comunicar todo lo que Él es y todo lo que tiene, es, en realidad, la alabanza de gloria de todos sus dones. Una alabanza de gloria es, en fin, un ser que siempre permanece en actitud de acción de gracias. Cada uno de sus actos, de sus movimientos, cada uno de sus pensamientos, de sus aspiraciones, al mismo tiempo que la arraigan más profundamente en el amor, son como un eco del Sanctus eterno” Se ha insistido en la presentación de este ideal mariano de Isabel que encuentra una correspondencia espiritual con la doctrina de San Juan de la Cruz en la Subida del Monte Carmelo (3S 2). La unión

María alabanza de gloria (1 de 2)

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Podíamos decir que este título que da a María resume y contiene todos los demás. “Después de Jesucristo, y con la distancia que hay de lo infinito a lo finito, existe una criatura que fue también la grande alabanza de gloria de la Santa Trinidad. Ella respondió plenamente a la elección divina de que habla el apóstol: ella fue siempre pura, inmaculada irreprensible (Col 1,22) a los ojos de Dios tres veces santo” (UE, XV 40, p.169). Y “una alabanza de gloria es un alma que mora en Dios, que le ama con un amor puro y desinteresado, sin buscar en la dulzura de este amor; que le ama por encima de sus dones, incluso cuando no hubiera recibido nada de Él; que solo desea el bien del objeto así amado. Ahora bien, ¿Cómo desear y querer efectivamente el bien de Dios, si no es cumpliendo su voluntad, ya que esta voluntad ordena todas las cosas a su mayor gloria? Entonces esta alma debe entregarse plenamente, totalmente, hasta no querer otra cosa que lo que Dios quiera. Una alabanza de gloria

Títulos de María: Reina de los Mártires

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  Bajo la impresión de aquella visita nocturna otro día escribió: La Reina de las vírgenes, es también la Reina de los mártires. Pero una vez más fue en su alma la que atravesó la espada (Lc 2,35), porque en ella todo se realiza en el interior. ¡Oh!, qué hermoso es contemplarla durante su largo martirio, tan serena envuelta en una especie de majestad que manifiesta juntamente la fortaleza y la ternura de su corazón. Es que ella había aprendido del Verbo mismo cómo deben sufrir los que el Padre ha escogido como víctimas, los que ha determinado asociar a la gran obra de la redención, los que él ha conocido y predestinado a ser conformes a su Cristo (Rom 8,29) crucificado por amor” (UE XV, 41. P.169-70). Este martirio se acentúa en el momento de la muerte del Hijo en la cruz. Allí contempla a María y la acompaña en su martirio para que la haga captar los últimos cantos del alma de Jesús. “Ella está allí al pie de la cruz, de pie, llena de fortaleza y de valor, y he aquí que mi Maestro

Títulos de María: Puerta del cielo

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“Janua coeli”, es una advocación que Isabel daba con frecuencia a María en los últimos meses de su vida (R, 17.15). Cuando ya enferma, la llevaban a la galería desde la que pudiera seguir los actos que celebraban en el coro. “En sus brazos llevaba una imagen de la Santísima Virgen, que nunca abandonaba, desde una noche memorable en que mientras proseguía sus soliloquios con el Señor, posó los ojos sobre un cuadro de la Dolorosa pendiente en la pared. Penetrada de honda y dulce emoción, sintió en lo íntimo de su alma un cariñoso reproche que tierna y materialmente le invitaba a recurrir con más filial confianza a su Madre. Sor Isabel confesó que, en efecto, pensaba menos desde hacía tiempo en la Santísima Virgen, pero desde aquel día sintió redoblarse el amor para con su Madre del cielo; y acordándose que tenía una Virgen de Lourdes, junto a la cual en su juventud recibió muchas mercedes, se la pidió a su madre, para que la que había cuidado su ingreso, guardase también el último paso

Títulos de María: Virgen Fiel

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Virgo fidelis: es la virgen fiel, la que guardaba todas las cosas en su corazón (Lc 2,51) Ella se mantenía tan pequeña, tan recogida delante de Dios en el secreto del templo, que atraía las complacencias de la Santa Trinidad” (CF 39.p.116) Y continúa contemplando a la virgen bienaventurada por su pequeñez, en la belleza sobrenatural de haber sido elegida para madre del Hijo del eterno Padre y en su fidelidad en el quehacer de cada día. “¡Con qué paz, con qué recogimiento María se sometía y se prestaba a todas las cosas! ¡Cómo las aún más vulgares eran divinizadas por ella! Porque a través de todo la Virgen no dejaba de ser la adoradora del don de Dios. Esto no le impedía entregarse a las cosas de fuera cuando se trataba de ejercitar la caridad… Jamás la visión inefable que ella contemplaba en sí misma disminuyó su caridad exterior, porque la contemplación posee la unidad y nunca la perderá” (CF 40. P.117). P. Román Llamas, ocd Próximas publicaciones: ·         Títulos de Marí

Títulos de María: Espejo de Justicia

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Son algunas de las expresiones de alabanza de María tomadas de las letanías. La primera:   Espejo de Justicia “Fue su alma tan sencilla… Sus movimientos son tan profundos que no se les puede descubrir. Parece reproducir en la tierra la vida del Ser divino, el Ser simple. También ella es tan transparente, tan luminosa que se la tomaría por la luz, aunque no es más que el espejo del Sol de justicia: Speculum justitiae (UE XV, p.169) María es transparente y simple que permite a Dios manifestar a través de ella con libertad. Su simplicidad es tal que casi no podemos decir nada de ella. “Si conocieras el don de Dios… Hay una criatura que conoció este don de Dios, una criatura que no perdió ni una partícula, una criatura que fue tan pura, tan luminosa que parece ser la misma luz: Speculum justitiae. Una criatura cuya vida fue tan sencilla, tan abstraída en Dios, que no se puede decir casi nada de ella” (CF 39, p.226) P. Román Llamas, ocd Próximas publicaciones: ·         Títulos

La encomienda de familiares y amigas (3 de 3)

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Finalmente, ante los dolores de su madre, le dice en una carta: “El domingo, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, pensé que era un poco tu fiesta, querida madrecita. Por eso ¡con qué fervor he rogado por ti! Lo has notado ¿no es verdad? He puesto tu alma en la de la Madre de los dolores y la he pedido que te consuele. Tenemos aquí, en el fondo del claustro, una estatua de la Madre Dolorosa, a la que tengo mucha devoción. Todas las noches voy a hablarle de ti. Esta noche la he dicho mi palabrita antes de subir a escribirte. Amo mucho esas lágrimas de la Virgen, las uno a las de mi pobre madre al pensar en su Isabel (Cta 94: 17.9.1902) Con ocasión de estas intercesiones va desgranando su pensamiento sobre la Virgen María: ayuda en las necesidades materiales, es una Madre metida en la Trinidad… P. Román Llamas, ocd Próximas publicaciones: ·         Títulos de María: ·         Espejo de Justicia ·         Virgen fiel ·          Puerta del cielo ·         Reina de los

La encomienda de familiares y amigas (2 de 3)

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En carta a la Sra. Gout de Bize le dice que pide a la Virgen por el matrimonio de su hija Yaya; cuyo retrato ha colocado delante de la imagen de la Virgen de Lourdes, que su mamá le ha traído al convento para que Janua coeli que la introduzca en el Hogar del amor. “La he colocado delante de la Santísima Virgen de mi infancia, la de mamá, que ella me ha enviado para que me haga compañía en mi querida soledad de la enfermería y juntamente hacemos nuestros planes. He comenzado una novena, y puede ser que pronto, según la inspiración de la Santísima Virgen, trate de enviarle una cartita. ¡Tengo un sueño! Conozco una persona muy noble, de un carácter muy bueno, digno de vuestra Yaya. Quisiera que mi madre del cielo se lo dé para hacer su felicidad, esa felicidad comprada con todos vuestros sufrimientos y también YO LO QUIERO con los míos. Sí, sufro mucho estos días, y estoy muy contenta si la Virgen quiere que mi gota de sangre sirva para el éxito de mi novena” (Cta 318: 30.9.1906¸cfr Cta

La encomienda de familiares y amigas (1 de 3)

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A Santa Isabel le brota con la mayor naturalidad la memoria de María, como expresión de la fuerte y constante vivencia de la misma. Y así ante las necesidades de los demás le surge espontánea la idea de encomendarse a la Virgen María. Y así encomienda a la Virgen María asuntos, como el matrimonio de hijos de sus amigas o el nacimiento de sus sobrinas, hijas de Guita o los dolores de su madre. En carta a la Sra. de Sourdon le dice que encomienda a la Santísima Virgen el matrimonio de su hija María Luisa, al tiempo que le agradece el regalo de un grabado, magnífico para la época, de la Anunciación que Isabel colocó en la pared en la cabecera de su cama, y le comenta: “En la soledad de nuestra pequeña celda. Que yo llamo “mi pequeño paraíso”, porque está toda llena de Aquel de quien se vive en el cielo, miraré con frecuencia a la preciosa imagen y me uniré al alma de la Virgen cuando el Padre la cubría con su sombra, mientras El Verbo se encarna en ella y el Espíritu Santo descendía (

El misterio de la Encarnación (2 de 2)

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Alguien ha escrito: “La actitud más personal que le lleva desde dentro a imitar a María es la de querer contemplarla en el misterio de adoración con que la Virgen de la Encarnación se pierde en el Hijo que lleva en sus entrañas. En esta visión de María por Isabel contempla el ideal del cristiano que en silencio, y el recogimiento interior sabe perderse con espíritu “orante” en los Tres presentes en su alma, incluso en la atención amorosa a la voluntad de Dios en la actividad más absorbente” (AA VV Alabanza de gloria Isabel de la Trinidad, Estudio MC, Burgos 1984, p. 126-27) María es el ideal del tiempo de adviento, tiempo de espera del Hijo de Dios. Escribe: “La actitud observada por la Virgen durante los meses que transcurrieron desde la Anunciación y la Navidad debe ser el ideal de las almas interiores, de esos seres que Dios ha elegido para vivir dentro de sí en el abismo sin fondo. ¡Con qué paz, con qué recogimiento María se sometía y se prestaba en todas las cosas! ¡Cómo aún l

El misterio de la Encarnación (1 de 2)

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La Encarnación del Verbo en el seno de María es uno de los misterios que más hondamente conmueven a Isabel y que más le fascina. La actitud de María aparece como un ejemplo para hacer ver cómo la Encarnación del Verbo continúe realizándose en nosotros. En el misterio de la Inhabitación de Dios en María, Isabel encuentra la aspiración habitual del alma a la Virgen, que fue también la de la suya: adorar en mí al Dios escondido. “El Padre, inclinándose hacia esta criatura tan bella, tan ignorante de su belleza, quiso que ella fuese la madre en el tiempo de aquel de quien él es el Padre en la eternidad. Entonces el Espíritu de amor, que preside todas las obras, de Dios sobrevino. La Virgen dijo su Fiat: He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38) y tuvo lugar el más grande de los misterios. Y por la bajada del Verbo a ella, María fue para siempre la presa de Dios” (CF 39). Una de las particularidades de María que atrae sobre ella la mirada de Dios es para Isa