Jesucristo y el desierto.

 


La relectura e interpretación definitiva del desierto la encontramos en Jesucristo. El mismo es su interpretación. Jesucristo es llevado por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo (Mt 4,1-11). Permanece allí durante cuarenta días y cuarenta noches. Supera la tentación, permaneciendo fiel a la voluntad de su Padre. En él se hace realidad la utopía y la aspiración de los profetas: los días del desierto son los días de las bodas de Dios con su pueblo, tiempo de fidelidades mutuas y perfectas. Jesucristo, al revés del pueblo escogido, prefiere la palabra de Dios, lo absoluto de Dios al pan, al deseo de satisfacción personal; la confianza y entrega al Señor al milagro maravilloso; la adoración y servicio de Dios a toda ambición de dominación terrena. Y así supera la prueba.

La prueba con que Dios tentó a su pueblo, que fracasó en los días del desierto, encuentra ahora su sentido, su respuesta auténtica: Jesucristo es el verdadero pueblo de Dios, el genuino primogénito del Padre.

El desierto con Jesucristo se ha convertido en un paraíso: estaba con las fieras –ver la descripción del período de paz relatado por Isaías- y los ángeles le servían (Mc 1,12)

Jesucristo, por otra parte, se presenta como quien realiza y cumple en su persona el simbolismo de los dones gratuitos y prodigiosos de los tiempos del desierto:

-  es el agua viva.

-  es la roca verdadera de donde mana el agua que sacia (1Cor 10,4)

-  es el maná, el verdadero pan del cielo.

-  es la luz que ilumina por la noche, convirtiendo las tinieblas en luz.

-  es el camino y la guía

-  es la nube protectora.

-  es la serpiente levantada en alto, que cura todas las heridas y da la vida a los que la miran.

-  Cristo es nuestro desierto y en él hemos superado la prueba, -él nuestra victoria- en él tenemos la comunión perfecta con Dios, en él somos el pueblo santo, el real sacerdocio y raza de profetas.

-  Es el lugar donde Dios se revela y se nos hace presente (Jn 1,18; 14,7-10)

-  Es el alimento, el pan y el agua, la fuerza y vigor durante el largo peregrinar de la vida.

-  Es el Camino, la Verdad y la Vida.


P. Román Llamas, ocd

 

 

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