DOMINGO 1º DE CUARESMA
Este
primer domingo de Cuaresma es el domingo de las tentaciones de Jesús. Jesús es
llevado por el Espíritu Santo, del que está lleno, al desierto para ser tentado
por el diablo, el que separa y divide. Y el diablo le tienta para hacerle caer
y apartarle de su Padre, que es el que permite y mide la tentación para que no
sucumba a ella. Como dice San Pablo: Dios es fiel y no permite nunca tentaciones
sobre nuestras fuerzas, como vemos en el santo Job. Que, por eso, la tentación
en los planes de Dios y en su intención es una gracia, merced de Dios para que
crezcamos en santidad de vida, como vemos en los casos de Job y de Tobías.
Era
conveniente que Cristo fuese tentado. Cristo es el ideal y el ejemplar de la
vida de todos los cristianos y de cada uno y, como este había de experimentar
la tentación, era conveniente que tuviese un ejemplar en quien mirarse para
saber lo que tenía que hacer en ella. Se hizo en todo semejante a nosotros.
Jesús nos enseña como tenemos que comportarnos en la tentación. Acudir a Dios y
a las exigencias de nuestra vida de cristianos. Acudir al Espíritu Santo que es
el guía de nuestra alma.
Las
tentaciones de Cristo son tentaciones de identidad. Cristo es el enviado del
Padre, el predilecto de Dios para llevar a cabo la obra de salvación de Dios
por los caminos de Dios, muy distintos de los nuestros. El diablo trata de
separarle de estos caminos, le halaga, le pone las cosas a pedir de boca. Jesús
vence la tentación acudiendo a su obediencia a su Padre: A tu Dios adorarás y
al él solo servirás.
Es
confesando a Cristo con el corazón y la boca, con las obras, como se consigue
la salvación. Y confesar a Cristo es precisamente no dejarse llevar nunca de
las tentaciones del diablo, tentaciones que vienen del ambiente, de las
circunstancias concretas de la vida, a veces de los amigos, y en todas ellas lo
que pretende el diablo es desviarnos de nuestra condición de cristianos, de
nuestra idea de hijos de Dios, guiados por el Espíritu Santo.
Al
escultor Achtermann le invitó un príncipe italiano para realizar una obra que
iba en contra de sus principios y convicciones cristianas. Los honorarios eran
fabulosos. Contestación del escultor: Todos podemos encontrarnos en situaciones
semejantes, el médico, el juez, el abogado, el casado, el simple cristiano…
¿Qué hacer? Lo que hizo Cristo. No ceder a la tentación, y si hay que seguir
pasando hambre, pues pasamos hambre, si hay que renunciar a lo que sea para
mantener nuestra conciencia limpia de pecado, pues renunciar. Acudamos siempre
al Señor, a la Virgen, a San José, a los santos: acudamos a la Palabra de Dios.
Invoquemos nuestra identidad de cristianos e hijos de Dios que en todo deben
obedecer a Dios Padre.
Como
acudía San José en todo momento a su condición de custodio del Hijo de Dios y
su Madre, como lo hizo en su marcha o huida a Egipto, y luego en su vuelta
porque Dios se lo mando y fue este el sexto dolor y gozo de San José. Padre y
esposo que ama entrañabilísimamente a su
hijo y a su esposa, sin pérdida de tiempo se pone en camino ante la orden de
Dios con un gran dolor en su alma por la incertidumbre de donde tiene que
volver, si a Belén, pero allí reina Arquelao, tan cruel como su padre Herodes y
a la indicación del ángel se dirige a Nazaret y todo el dolor pasado se trueca
en gozo, el gozo de vivir tranquilo, en paz y alegría con su esposa y su hijo.
P. Román Llamas ocd
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