A) El desierto lugar de prueba

 


El desierto es, ante todo, un lugar y situación en que Dios mete a su pueblo para probarle a ver si observa de corazón sus mandatos o no. Antes de hacer con él una alianza, escogiéndolo por su pueblo, quiere probarle (Deut 8,2)

Es la prueba del agua: después de tres días de camino por el desierto sin hallar agua para beber murmuran de Moisés y se rebelan contra Dios. La vida de la fe es más dura que la vida con agua y carne en Egipto, y el pueblo sucumbe a la prueba (Ex 16,3)

Es la prueba de la comida…

Es la prueba de las serpientes venenosas…

Dios lo sabe, y con todo, lo mete en el desierto. Sabe que en el desierto no se puede volver atrás. Allí la prueba.

Podemos decir que la prueba del desierto es como el no va más allá de la táctica de Dios de probar a sus amigos, siempre para mayor bien de ellos. Porque el que no es probado ¿qué sabe? Es una táctica que el Señor usa desde el tiempo de los Patriarcas sus amigos (Jud 8,25-27)

 

Abraham, el padre del pueblo escogido, fue probado con la prueba de tener que sacrificar a su hijo único, a la que respondió con una fe inconmensurable, prueba que pasó a la historia del pueblo como paradigma y modelo del comportamiento de Dios con sus amigos y de la respuesta de estos, como recuerda San Pablo en su carta a los Romanos.

Ya lo dujo el Espíritu Santo en el libro del Eclesiástico: Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepárate para la prueba (Ecle 2,1)

La comprobación más palpable de este principio del A. T. es el sufrido Job. Dios permite a Satán que lo pruebe para ver la verdad y sinceridad de su integridad y rectitud, de la verdad de su servicio al Señor…

¿Todavía perseveras en tu rectitud? Maldice a Dios y muérete…

Dios me lo dio, Dios me lo quito. ¡Sea su nombre bendito!

Y como Job tantos otros.

P. Román Llamas, ocd


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A) El desierto lugar de prueba (2)

B) El desierto lugar de la revelación y donación de Dios.

Jesucristo y el desierto.

 

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