En junio de 1899 su madre le permite de nuevo reanudar sus visitas al Carmelo, interrumpidas durante tanto tiempo. Esto la esponjó el alma y en el Carmelo encuentra el camino para desarrollar en alegría su vida de amor e intimidad con Jesús al contacto con las religiosas, especialmente con la Madre Priora. Las religiosas veían el entusiasmo con que limpiaba el polvo de las rejas del coro, la alegría de su semblante durante el rato que pasaba a la sombra del convento. Para ella era un suplicio las vacaciones que le privaban de poder mirar los muros del convento y acercarse a sus puertas donde encontraba sus delicias. Recordando, ya religiosa, la contemplación de paisajes maravillosos de Suiza y la contemplación del mar inmenso, dice que en el claustro encuentra todos esos horizontes maravillosos de Dios. El 23 de enero de 1900, al acabar sus últimos ejercicios espirituales agradece al Señor todo lo mucho que le ha dado y le pide que pase haciendo el bien el tiempo que le q...
Era diferente, había en ella algo especial, era la sonrisa del P. Román. Si, es el misterio resplandeciente de las almas que han aceptado el sacrificio y el sufrimiento hasta conseguir la virtud de ver a Jesús en todos los demás. Virtud que reúne a todas, y que la recomendaba muy encarecidamente, resumiendo así la Sagrada doctrina en el "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo" Espíritu sencillo el del P. Román, de un auténtico carmelita, con un destacado y silencioso cumplimiento de todas sus obligaciones por pequeñas o grandes que fueran. Auténtico carmelita, que honraba a sus padres de Nazaret: María y José, y a los del Carmelo descalzo: Teresa y Juan, con inmenso respeto y cariño. Destacaba su continúo apostolado de San José, no creyéndome equivocar al considerar que un miércoles, día que le dedicaba muy especialmente, ingreso en el Hospital acompañado de un absolut...
Una alabanza de gloria es un alma que mira fijamente a Dios en la fe y en la simplicidad. Es un reflector de todo lo que Él es. Es como un abismo sin fondo en el cual Él puede verterse y expansionarse. Es también como un cristal a través del cual Él puede irradiar y contemplar todas sus perfecciones y su propio esplendor. Un alma que de este modo permite al Ser divino apagar en ella su deseo de comunicar todo lo que Él es y todo lo que tiene, es, en realidad, la alabanza de gloria de todos sus dones. Una alabanza de gloria es, en fin, un ser que siempre permanece en actitud de acción de gracias. Cada uno de sus actos, de sus movimientos, cada uno de sus pensamientos, de sus aspiraciones, al mismo tiempo que la arraigan más profundamente en el amor, son como un eco del Sanctus eterno” Se ha insistido en la presentación de este ideal mariano de Isabel que encuentra una correspondencia espiritual con la doctrina de San Juan de la Cruz en la Subida del Monte Carmelo (3S 2). La unión ...
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