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Mostrando entradas de mayo, 2021

LAUDEM GLORIAE (19 DE 19)

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Y ya próxima a la muerte dirá con más fuerza: “Me parece que conservar su fuerza para el Señor es hacer la unidad en todo su ser por el silencio interior, es juntar todas las potencias para ‘ocuparlas’ en el ‘solo ejercicio del amor’, es tener ese ’ojo simple’ que permite a la luz de Dios iluminarnos” (UE 3, p.145). Y continúa que se opone a esta actitud discutir con el propio yo, ocuparse de sus sensibilidades, guardar algo en su reino interior al dispersar sus fuerzas y su lira no vibra al unísono con el Maestro que, al tocarla, no puede sacar de ella armonías divinas. “El alma que no tiene todas sus potencias recluidas en Dios no puede ser una alabanza perfecta de gloria, porque no reina en ella la unidad” (Ibidem) Y en unas páginas a la Madre Germana, en octubre de 1906, le dice que será alabanza de gloria si se deja amar de Jesús.   Todo el documento versa sobre: Déjate amar más que estos. Le lega su vocación aquí en la iglesia militante que ella va a cumplir en la triunfante:

LAUDEM GLORIAE (18 DE 19)

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Morar en Dios, ser alma de silencio, fe y simplicidad, acción de gracias son esas actitudes fundamentales que no tienen nada de superficiales o románticas, sino que ahondan sus raíces en esa vocación y chupan de su savia y están proclamando ese destino y llamamiento de Dios a ser ‘alabanza de su gloria’ o a vivir para ‘la alabanza de su gloria’. Así se expresa una mística, una creyente profunda, un alma de silencio, contemplativa y de palabra encendida al mismo tiempo. En resumidas cuentas, se trata de devolver a Dios la inmensa generosidad con que nos ha tratado que le llevado a darnos y entregarnos a su propio Hijo como Salvador, como Amigo, como Todo. A ese amor tan gratuito, derramado sin reservas, el hombre no puede responder sino con un amor gratuito total, haciendo de la vida una especie de letanía en la que, a cada hecho de la gratuidad continuada de Dios, el hombre responde el ora pro nobis de la gratuidad total del hombre, siendo así ‘alabanza de su gloria’. P. Román Llam

LAUDEM GLORIAE (17 DE 19)

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La acción de gracias es la vida, es algo permanente e ininterrumpido para el alma que es Laudem gloriae y puestas las antenas a lo eterno capta los ecos que le llegan desde la otra orilla. Con esta última reflexión vuelve a sintonizar con la primera reflexión que abría esta cadencia y así escribe: En el cielo los bienaventurados no tienen reposo día y noche diciendo: Santo, santo, santo el Señor Todopoderoso. Y postrándose adoran al que vive por los siglos (Ap 4,8-12) Con esta nueva mirada a la situación final y eterna no se queda quieta que de ese cielo de los bienaventurados baja al cielo del alma de la alabanza de gloria. “En el cielo de su alma la alabanza de gloria comienza ya el oficio que tendrá en la eternidad. Su cántico no cesa, porque está bajo la acción del Espíritu Santo que obra todo en ella; y, aunque ella no sea siempre consciente de ello, porque la debilidad de la naturaleza no le permite estar siempre fija en Dios, sin distracciones, ella canta siempre, adora siem

LAUDEM GLORIAE (16 DE 19)

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El alma, por la simplicidad de su mirada con que contempla su divino objeto. Se halla separada de todo lo que la rodea. Separada sobre todo de sí misma. Entonces ella resplandece con la ‘ciencia de la claridad de Dios’ (2Cor 4,6) de que habla el Apóstol, porque ella permite al Ser divino reflejarse en ella ‘y todos sus atributos le son comunicados’. En verdad esta alma es la alabanza de gloria de todos sus dones. Canta a través de todo y en los actos más sencillos el ‘canticum mágnum, el canticum novum’… y este cántico hace conmoverse a Dios hasta lo más profundo de su Ser” (UE 8, p.148) Una reflexión más. Una alabanza de gloria es, en fin, un ser que siempre permanece en actitud de acción de gracias. Cada uno de sus actos, de sus movimientos, cada uno de sus pensamientos, de sus aspiraciones, al mismo tiempo que la arraigan más profundamente en el amor, son como un eco del Sanctus eterno” (CF 43, p.119). Vuelve sobre el mismo tema en Últimos Ejercicios y escribe: “En fin, Él quier

LAUDEM GLORIAE (15 DE 19)

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Otra reflexión va por caminos de simplicidad y transparencia y capacidad de recibir. “Es un alma que mira fijamente a Dios en la fe y la simplicidad. Es un reflector de todo lo que Él es. Es como un abismo sin fondo en el cual Él puede verterse y expansionarse. Es también como un cristal a través del cual Él puede irradiar y contemplar todas sus perfecciones y su propio esplendor. Un alma que de este modo permite al Ser divino apagar en ella su deseo de comunicar ‘todo lo que Él es y todo lo que tiene’, es, en realidad, la alabanza de gloria de todos sus dones” (CF 43, p.119). Esta serie de comparaciones: reflector, abismo sin fondo, cristal, expresa perfectamente su pensamiento y experiencia sobre la generosidad divina y su complacencia con quienes le permiten derramarse a raudales con toda su carga inacabable de dones y gracias. Es lo que decía Santa Teresita en su ofrecimiento al Amor misericordioso: “Creo que, si encontraseis almas que se ofrecieran como víctimas de holocausto a

LAUDEM GLORIAE (14 DE 19)

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Con otra expresión que en el fondo viene a decir lo mismo le dice en carta al abate Andrés Chevignard que para ser alabanza de gloria hay que estar muerta a todo lo que no es Él, para no vibrar más que con su toque” (Cta 256: fin 12.1905) Sigue esta otra reflexión. “Una alabanza de gloria es un alma de silencio que permanece como una lira bajo el toque misterioso del Espíritu Santo para que Él arranque de ella armonías divinas; sabe que el sufrimiento es una cuerda que produce los más bellos sonidos, por eso, ella desea verla en su instrumento para conmover más deliciosamente el Corazón de Dios” Isabel de la Trinidad, música excelente, compara al alma a un instrumento musical. Normal. La alabanza de gloria es como una lira y en esta lira la cuerda de la que se arrancan los sonidos más bellos, más conmovedores para Dios, es la del sufrimiento. Por eso ella la puso en su lira y dejó que el espíritu la tocase constantemente a lo largo de su corta vida. Encontraba en ello su felicida

LAUDEM GLORIAE (13 DE 19)

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¿Qué es para ella ser alabanza de gloria?   A continuación, se goza en explanar lo que es para ella ser alabanza de gloria en esa vivencia de amor, como en otra ocasión se explaya en describir lo que significa ser esposa de Cristo. (cfr NI, p.278-280). Son reflexiones breves sobre aspectos de lo que es y vive la Laudem gloriae. Escribe: “Una alabanza de gloria es un alma que mora en Dios, que le ama con un amor puro y desinteresado, sin buscarse en la dulzura de este amor; que le ama por encima de sus dones, incluso cuando no hubiera recibido nada de Él, que solo desea el bien del objeto amado” (CF 43, p.118). Estamos ante un amor gratuito a Dios que no es más que la respuesta adecuada al amor gratuito de Dios a ella. Santa Teresita decía que ama a Dios tanto que, aunque no supiese que le amaba le amaría lo mismo y, en un arrebato, diríamos, de locura, llega a decir que iría de buena gana al infierno porque hubiese allí un alma que le amase. Eso sí que es un amor desinteresado.

LAUDEM GLORIAE (12 DE 19)

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Y responde. “En el cielo cada alma es una alabanza de gloria del Padre, del Verbo y del Espíritu Santo, porque cada alma está establecida en el puro amor y “no vive más de su propia vida, sino de la vida de Dios”. Entonces en ella le conoce, dice San Pablo, como ella es conocida de Él (1Cor 13,12), en otras palabras: “su entendimiento es el entendimiento de Dios, su voluntad la voluntad de Dios, su amor el amor de Dios. Es, en realidad, el Espíritu de amor y de fortaleza el que transforma el alma, que habiendo dado para suplir lo que le falta, como dice San Pablo, obra en ella esta gloriosa transformación” (cfr CE 38,3). Para Isabel el amor propio del matrimonio espiritual es en esta tierra, tal como lo presenta San Juan de la Cruz es el ideal de una perfecta alabanza de gloria. “Esto es lo que yo llamo una perfecta alabanza de gloria” (CF 41-42, p.118) P. Román Llamas, ocd

LAUDEM GLORIAE (11 DE 19)

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Y más explícitamente: “Es San Pablo quien nos comunica esta elección divina. San Pablo que penetró tan profundamente el secreto escondido en el corazón de Dios desde los siglos (Ef 1,9) Él nos va a dar ahora luz acerca de la vocación a la que hemos sido llamados: “Dios, dice él, nos ha elegido en Él antes de la creación para que seamos santos e inmaculados, en su presencia, en el amor” (Ef 1,4) Si acerco estas dos manifestaciones del plan divino y eternamente inmutable, concluyo que para cumplir dignamente mi oficio de Laudem gloriae debo mantenerme a través de todas las cosas en presencia de Dios; más aún, el Apóstol me dice in charitate, es decir, en Dios. Deus charitas est… y es el contacto del Ser divino el que me hará inmaculada y santa ante sus ojos” (UE, 6.p. 147) Contempla y mira esta Laudem gloriae desde lo que es en realidad la vida de los bienaventurados que el cielo eterno son Laudem gloriae. Hemos sido predestinados para ser Laudem gloriae. “Es San Pablo quien habla as

LAUDEM GLORIAE (10 DE 19)

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El mismo San Pablo en el contexto inmediato del que ella tomó esta expresión como nombre propio suyo escribe que Dios nos ha elegido, siempre en Cristo, antes de la creación del mundo para que seamos santos e inmaculados, irreprochables ante Él por el amor (Ef 1,4) que es lo mismo que decir que nos ha creado para que seamos la alabanza de la gloria, ya que solo amando damos a Dios gloria y la manifestamos. Es la misma Isabel la que ha visto esta correlación. “Las riquezas inmensas que Dios tiene por naturaleza podemos tenerlas nosotras por la virtud de la caridad, por su inhabitación en nosotros, por nuestra morada en Él. Es también en virtud de este amor inmenso por lo que nos sentimos atraídos al fondo del santuario íntimo adonde Dios imprime en nosotros una especie de reflejo de su Majestad. Es, pues, gracias al amor y por el amor, como dice el Apóstol como podemos ser santos e inmaculados en la presencia de Dios" (Ef 1,4.) (CF 23.p.108) P. Román Llamas, ocd

LAUDEM GLORIAE (9 DE 19)

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Para que podamos manifestar esa gloria, Dios Padre nos ha comunicado su ser, su naturaleza en el bautismo. Ser y naturaleza que se llama amor. El amor ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que se nos ha dado (Rom 5,5) De ahí que ser alabanza de la gloria de Dios es ser alabanza de su amor, es manifestar, ser testigos de su amor en la vida. Cuando Isabel de la Trinidad dice que es la alabanza de la gloria de Dios, está gritando que es la alabanza de su amor y como no hay mayor amor que dar la vida por los amigos, su alabanza de gloria, de la gloria de Dios es testimoniar este amor en la pasión y muerte por amor. De ahí ese querer identificarse con Jesucristo, el Crucificado por amor. P. Román Llamas, ocd

LAUDEM GLORIAE (8 DE 19)

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Para captar toda la intensidad y profundidad de sentido de la expresión del Apóstol, hay que tener en cuenta lo que significa en la Biblia la gloria. Gloria en la mente de los autores sagrados, de San Pablo significa la sustancia, la esencia el peso de Dios en cuanto se manifiesta hacia afuera. Y como quiera que la esencia, la sustancia de Dios es el amor, Dios es Amor, la gloria de Dios es el amor de Dios manifestado y patentizado a los hombres en Cristo Jesús, manifestación que encuentra su plenitud en su pasión y muerte –no hay mayor amor que dar la vida por los amigos- Por eso Dios Padre es glorificado en la muerte del Hijo. Lo dice el mismo Jesús: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre… Padre, líbrame de esta hora… Padre glorifica tu nombre (Jn 12. 23.27-28) y en la oración sacerdotal dice a su Padre: Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me mandaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti con la gloria que tenía a tu lado an