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Mostrando entradas de junio, 2021

¿Cuándo llega a lo profundo de la interioridad?

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  “cuando ella encuentre la paz verdadera, inmutable y perfecta, porque se ha precipitado tan bajo que nadie irá a buscarle” (UE 21, p.156), entonces puede caer en adoración, “entonces allí podrá adorar. La adoración ¡ah! Es una palabra de cielo. Me parece que podría definirla: el éxtasis del amor. Es el amor vencido por la belleza, la fuerza y la grandeza inmensa del Objeto amado, que cae en una especie de desfallecimiento, en un silencio hondo, profundo” (Ibidem)   Ejemplo de esta vida interior de amor y de unidad es la Virgen María. P. Román Llamas ocd  

¿Qué es la interioridad? (2 de 2)

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  La vida interior como vida de comunión con Dios en profundidad tiene que ser en silencio, porque Dios se comunica en el silencio. Una Palabra habló el Padre y esta la habló en silencio y en silencio debe ser escuchada. Esta Palabra es Jesucristo, ‘salido del silencio’ en dicho de San Ignacio de Antioquía.   La vida interior es vida de santidad, de la santidad de Dios en nosotros. “¿Quién es, pues, el más santo? Es el que más ama, el que mira más a Dios y cumple más plenamente las exigencias de su mirada. ¿Cómo satisfacer las exigencias de la mirada de Dios, sino manteniéndose ‘sencilla y amorosamente’ vuelto hacia él, para que pueda reflejar su propia imagen, como el sol se refleja a través de un puro cristal?” (CF 24, p108-109). He aquí la medida de la santidad de los hijos de Dios: ‘ser santos como Dios, santos con la santidad de Dios’ Y esto viviendo en contacto con Él en el abismo sin fondo, dentro ”. En Él encuentra el alma todas sus delicias… “Padre nuestro que estás en los c

¿Qué es la interioridad? (1 de 2)

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De varias maneras y fórmulas expresa Isabel de la Trinidad la interioridad. La interioridad conlleva un morir a nosotros mismos. Para entrar dentro de nosotros, al más profundo centro, al abismo más hondo tenemos que morir a nosotros mismos. “Estáis muertos y vuestra vida escondida con Cristo en Dios. (Col 3,3) He aquí a San Pablo que viene a darnos luz, para alumbrar el sendero del abismo. ‘¡Estáis muertos!’   ¿Qué otra cosa quiere decir, sino que el alma que aspira a vivir en contacto con Dios ‘en la fortaleza inexpugnable del santo recogimiento’ debe estar ’separada, despojada, alejada de todas las cosas’ cuanto al espíritu? Esta alma encuentra en ella misma una sencilla inclinación de amor que va hacia Dios, hagan lo que hagan las criaturas; tal alma es invencible por las cosas que` pasan, ‘porque pasa por encima de ellas mirando a Dios” (CF 11, p. 99-1009)   Una muerte que es una salida de nosotros mismos, salir totalmente de nosotros mismos “¡Lo que supone esta salida de sí

Proceso de interioridad en ella (3 de 3)

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  En su ofrenda de amor, como el de Santa Teresita al Amor misericordioso, ahonda en la misma idea y sentimientos. Me ofrezco como víctima de holocausto. ¡Oh, hazme víctima de tu amor, que este martirio me haga morir…Quiero cumplir siempre tu voluntad, responder siempre a tu gracia. Oh, Señor, quiero ser santa para ti, sé mi santidad, pues conozco mi debilidad” (NI 4: 16.11.1899).   Este deseo ardiente de santidad es el que expresa al canónigo Angles, amigo de la familia.  “Pida para mí esta santidad que deseo. Sí, yo quisiera amar como los santos, como los mártires” (Cta 91: 11.9.1901). Para ella ser carmelita equivale a ser santa. De ahí que ya en el Carmelo escribe a su tía Francisca Roulland que rece un poco por ella “para que llegue a ser una auténtica carmelita, es decir, ¡nada menos que una santa!” (Cta137:14.9.1902)     Este proceso se consuma con su entrada en el Carmelo, 2 de agosto de 1901. A partir de esta fecha continua una ascensión ininterrumpida por el camino de la inte

Proceso de interioridad en ella (2 de 3)

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                      Ya cercana la fecha de su entrada en el Carmelo esta experiencia de interioridad adquiere unos quilates altísimos en su alma. Escribe al canónigo Angles que siente el paraíso en la tierra porque descubre la presencia de Dios en el cielo de su alma. Por una indisposición de una rodilla no puede recibir la comunión “pero ¿sabe? Dios no necesita del Sacramento para venir a mí. Creo que lo poseo lo mismo ¡Es algo tan estupendo esta presencia de Dios! Allí, en lo hondo, en el cielo de mi alma es donde me gusta encontrarle, pues él nunca se aleja de mí. ‘Dios en mí y yo en Él’” (Cta 62:14.6.1901), y en esta carta se refiere al pensamiento de San Juan de la Cruz que el mismo Dios de los bienaventurados es el que tenemos aquí; con la única diferencia de que allí es visto y aquí creído.   En la misma carta añade algo que se convertirá en el centro de su vida. “¿Le he dicho mi nuevo nombre en el Carmelo?, María Isabel de la Trinidad. Me parece que este nombre indica una voc

Proceso de interioridad en ella (1 de 3)

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  El proceso de vida interior, vida de silencio, comienza muy pronto en Isabel. El día de su primera comunión, a los 10 años, es especialmente un momento de arranque, de interioridad, de vida íntima con Jesús. Este día, que recuerda siempre con gozo y agradecimiento (Cfr Cta 53,178) lo ve como un encuentro en su interior de Jesús con ella. “¡Oh Jesús, Amado mío, que dulce es amarte, pertenecerte, ¡tenerte por único todo! ¡Ah! Ahora que viene cada día a mi corazón, que nuestra unión sea cada día más íntima. Que mi vida sea una continua oración, un prolongado acto de amor. Que nada pueda distraerme de ti, ni los ruidos ni las distracciones. ¿Verdad? Me gustaría tanto, oh mi Señor, vivir contigo en el silencio” (NI 5). Le ofrece la celda de su corazón para que sea su pequeña Betania. (Ibidem).   Su voto de virginidad a sus 14 años es otro hito en este itinerario hacia el interior, el más profundo centro del alma, donde solo mora Él (Cfr NI 17).   Esa interioridad se centra en la Santí

ISABEL DE LA TRINIDAD: LA INTERIORIDAD (2 de 2)

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  Desde niña el Señor le fue preparando para esta experiencia, se la fue haciendo vivir y la fue desarrollando día a día hasta adquirir dimensiones universales en un momento dado de su existencia y que ella traduce y expresa por términos como interioridad, abismo, hondón profundo, silencio. Términos que en ella cobran un sentido especial y particular.   Lo que San Juan de la Cruz llama el centro del alma donde se realiza el matrimonio espiritual, lo que Santa Teresa llama la morada central en la que solo mora Dios y pasan las cosas más secretas entre Dios y el alma, Isabel lo denomina interioridad, abismo, hondón profundo donde se vive y se desarrolla la vida íntima entre ella y sus Tres. Es el abismo donde solo mora la Trinidad y el alma que ha entrado en ella desasida de todo y de sí misma. Una vida de intimidad, de amor solo entre sus Tres y ella. Dios Uno y Trino la lleva a ese abismo, porque es obra de Dios solo con la colaboración del alma, que consiste en dejarse amar, dejarse l

ISABEL DE LA TRINIDAD: LA INTERIORIDAD (1 de 2)

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  Su misión desde el cielo será llevar a las almas a la vida interior de trato íntimo y de amor con la Trinidad Santa. Lo que anduvo buscando y viviendo durante toda su vida, próxima ya a la muerte lo profetizó como su misión póstuma: meter a las almas en la interioridad. “Me parece –le dice a su hermana Odila- que en el cielo mi misión será atraer a las almas, ayudándolas a salir de ellas mismas para unirse con Dios, con un movimiento todo sencillo y amoroso, y conservarlas en ese silencio interior, que permita a Dios imprimirse en ellas y transformarlas en Él mismo” (Cta 335: 28.10.1906.p.916)   Por estas mismas fechas, al preguntársele cómo pasaría ella su eternidad, respondió: “Si el buen Dios se fía algo de mí, me parece que mi misión será atraer a las almas al recogimiento interior”. Llevar las almas a la vida interior de trato íntimo con la Santa Trinidad, una llamada a la esencia misma de la vida cristiana que es vida de amor, y el amor se vive en lo más interior del alma y d