El sufrimiento como prueba de amor 1 de 5



Vivir sólo de amor, pero con el sufrimiento del que es inseparable. Vivir de amor es vivir en sufrimientos, porque el amor se alimenta de sacrificios, que es la fuente inagotable de la más verdadera y sublime alegría. El sufrimiento es la prueba del amor, y esto en una doble dimensión: es la prueba del amor de Dios a sus amantes y es la prueba del amor de sus amantes a Dios.

Dios a los que más ama los lleva por caminos de trabajos y pruebas, según la regla que establece Santa Teresa con estas palabras, que Isabel de la Trinidad ha leído más de una vez: “Y está claro, pues lo es, que a los que Dios mucho quiere, lleva por caminos de trabajos, y mientras más lo ama, mayores” (CP 18,1). También dice que “terriblemente trata Dios a sus amigos refiriéndose a San Juan de la Cruz; a la verdad no les hace agravio, pues se hubo así con su Hijo” (Cta del 11.3.1578)

Y los que de verdad aman a Dios no tienen otro camino para demostrar el amor que le tienen, sino el sufrimiento. Desde que el Hijo de Dios, Jesucristo, murió en la cruz como expresión de su amor a Dios y los hombres, y dijo que no hay mayor amor que dar la vida por los amigos (Jn 15,13), el sufrimiento hasta la muerte se ha convertido en el medio indispensable para demostrarle el amor a Él. Cristo crucificado por amor es la prueba suprema del amor supremo.

Son los santos los que mejor han comprendido esta verdad desde su propia experiencia. Y concretamente Santa Tersa y San Juan de la Cruz que Isabel de la Trinidad junta a este respecto en una carta: “Además ¿no le parece que es dulce dar a quien se ama? La cruz es la herencia del Carmelo. ‘O padecer o morir’ (V 40,20; la Santa dice al revés: ‘o morir o padecer) decía nuestra Madre Santa Teresa; y, cuando nuestro Señor se apareció a nuestro Padre San Juan de la Cruz y le preguntó que deseaba en recompensa por todo lo que había sufrido por él, respondió: ‘Señor, padecer y ser despreciado por vuestro amor (Cfr Vida y Obras de San Juan de la Cruz, BAC, 1972, sexta edición, cp 18,p.301 de la Vida por el P. Crisógono de Jesús) (Cta 207: 14-16.8.1904)

Isabel ha asimilado admirablemente esta doctrina y desde su experiencia de amor a Jesús ha comprendido el valor del sufrimiento como camino para desarrollar el amor. Ya desde antes de entrar en el Carmelo. En su Diario nos encontramos con estas palabras: “¡Oh, Jesús! Ven con tu Cruz. La pido desde hace tanto tiempo. Cuando sufro creo que me amáis más, ya que os siento también más cerca de mí” … Jesús, mi amor, mi vida, gracias por haberme escogido para participar en tus dolores. Mi corazón se deshace en gratitud. ¡Oh, Tú me has reservado la mejor parte! (D 66: 17.3.1899)

Pocos días después le dice a Jesús: “No vivir tranquila y feliz mientras tú, Esposo amado, sufres. Tener parte en tus dolores, endulzarlos, llevar una cruz bien pesada detrás de ti, esto es lo que deseo… Tú has herido mi corazón con la flecha de tu amor y no puedo ser feliz en la tierra. Tú sólo puedes darle la felicidad haciéndole partícipe de tus dolores” (D 95: 23.3.1899).

P. Román Llamas ocd

Comentarios

Entradas populares de este blog

VISIÓN PANORÁMICA DE LA VIDA Y PERSONA DE ISABEL DE LA TRINIDAD (6 de 6)

Hasta pronto P. Román

María alabanza de gloria (2 de 2)