Hacer la voluntad de Dios es seguir los caminos de Dios.



Atenerse a la voluntad de Dios, al plan de Dios sobre nosotros es despojarse de sí mismo, del hombre viejo para arraigarse en Cristo. “Despojaos del hombre viejo, según el cual habéis vivido en vuestra vida pasada, me dice él, y revestíos del hombre nuevo que ha sido creado por Dios en la justicia y santidad (Ef 4,22-24) He aquí el camino indicado. No queda más que recorrerlo como Dios quiere” (UE 24) “Pero para realizar este plan, que es el de Dios mismo (asemejarnos más íntimamente al divino Modelo) he aquí el secreto: olvidarse, abandonarse, no buscarse a sí mismo, mirar al Maestro, solamente a Él, recibir igualmente, como venidos directamente de su amor, la alegría y el dolor. Esto coloca al alma en unas alturas tan serenas… (Cta 333: fin 10.1906)

Ante la voluntad de Dios la naturaleza puede rebelarse, pero la voluntad de Dios es más fuerte. “Sin duda la naturaleza puede tener sus angustias ante el sufrimiento –el Maestro quiso experimentar esa humillación- pero la voluntad del Padre debe llegar a dominar todas las impresiones y decir al Padre del cielo: ‘Que se haga vuestra voluntad y no la mía’” (Mc 14,36) (Cta 315: 23.9.1906).

La expresión más clara de que se acoge y vive la voluntad del Padre del cielo es la obediencia a Dios a través de las mediaciones humanas. Ya que en ellas ve a Dios. Escribe a su madre que ella escucha a Jesús en lo que dice su Madre Priora, la Madre Germana: “La escucho con los ojos cerrados y olvido que habla ella. Me parece que es mi Maestro que está junto a mí y viene a animarme y a enseñarme a llevar la cruz… no piensa sino en aliviarme, cosa que la hago observar constantemente, pero me dejo tratar como un nuñito y el Maestro ha dicho a Santa Teresa que prefería su obediencia a las penitencias de otra santa” (Cta 309: 9.9.1906). Esa santa es Catalina de Cardona

Y ya en línea de lo que dice a su Madre nos da esta regla de oro para vivir llenamente la voluntad de Dios Padre: “Un alma sobrenatural no trata nunca con las causas segundas, sino solamente con Dios. ¡Oh!, ¡cómo se simplifica su vida, cómo se acerca a la vida de los bienaventurados, cómo está libre de ella misma y de todas las cosas! Para ella todo se reduce a la unidad, haz ese ‘único necesario’ (Lc 10,42) de que habla el Maestro a la magdalena. Entonces ella es verdaderamente grande, verdaderamente libre, porque ella ha encerrado su voluntad en la voluntad de Dios” (GNV 8)

 

P. Román Llamas ocd

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