LAUDEM GLORIAE (2 DE 19)
Aunque
inicialmente ese descubrimiento pudo ser fortuito. En una conversación con una
religiosa, Amada de Jesús, esta le dijo que había encontrado en San Pablo una
frase admirable: Dios nos ha creado para ser alabanza de gloria. Sor Isabel se
emocionó, fue a la celda y se puso a buscarla en el texto en latín. Al no
encontrarla, volvió a la celda de la religiosa para que le indicase el lugar
donde se hallaba esa frase. Sor Isabel no volvió a hablar más del asunto, pero
sor Amada se sorprendió cuando estando con Sor Isabel para la conferencia oyó a
la priora y a otra religiosa llamarla Laudem
gloriae.
Lo
que venía viviendo lo puede encerrar en una expresión bíblica: Laudem gloriae que descubre en la carta
de San Pablo a los efesios. Es tal la intensidad con que viene viviendo lo que
luego encierra en ese nombre descubierto que, cuando lo descubre bajo la luz
carismática del Espíritu Santo, lo toma como un vehículo para derramar a través
del mismo todas las inmensas riquezas de vivencias y experiencias que lleva
dentro. Ser alabanza de gloria es su vocación acá en la tierra. Lo toma como su
nombre personal, el nombre equivale a la persona, y lo experimentó con su
misión eclesial y su testamento espiritual a la Iglesia. “Quizás nunca una
palabra de San Pablo ha tenido tanta resonancia interior en un alma y ha
conseguido una armonía tan extraordinaria de sentimientos” J. Castellano,
Alabanza de gloria, Burgos 1984. p.55.
P. Roman Llamas, ocd
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