María alabanza de gloria (1 de 2)


Podíamos decir que este título que da a María resume y contiene todos los demás. “Después de Jesucristo, y con la distancia que hay de lo infinito a lo finito, existe una criatura que fue también la grande alabanza de gloria de la Santa Trinidad. Ella respondió plenamente a la elección divina de que habla el apóstol: ella fue siempre pura, inmaculada irreprensible (Col 1,22) a los ojos de Dios tres veces santo” (UE, XV 40, p.169).

Y “una alabanza de gloria es un alma que mora en Dios, que le ama con un amor puro y desinteresado, sin buscar en la dulzura de este amor; que le ama por encima de sus dones, incluso cuando no hubiera recibido nada de Él; que solo desea el bien del objeto así amado. Ahora bien, ¿Cómo desear y querer efectivamente el bien de Dios, si no es cumpliendo su voluntad, ya que esta voluntad ordena todas las cosas a su mayor gloria? Entonces esta alma debe entregarse plenamente, totalmente, hasta no querer otra cosa que lo que Dios quiera.

Una alabanza de gloria es un alma de silencio que permanece como una lira bajo el toque misterioso del Espíritu Santo para que Él arranque de ella armonías divinas; sabe que el sufrimiento es una cuerda que produce los más bellos sonidos; por eso ella desea verla en su instrumento para conmover más deliciosamente el Corazón de Dios.

P. Román Llamas, ocd


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