LAUDEM GLORIAE (14 DE 19)


Con otra expresión que en el fondo viene a decir lo mismo le dice en carta al abate Andrés Chevignard que para ser alabanza de gloria hay que estar muerta a todo lo que no es Él, para no vibrar más que con su toque” (Cta 256: fin 12.1905)

Sigue esta otra reflexión. “Una alabanza de gloria es un alma de silencio que permanece como una lira bajo el toque misterioso del Espíritu Santo para que Él arranque de ella armonías divinas; sabe que el sufrimiento es una cuerda que produce los más bellos sonidos, por eso, ella desea verla en su instrumento para conmover más deliciosamente el Corazón de Dios”

Isabel de la Trinidad, música excelente, compara al alma a un instrumento musical. Normal. La alabanza de gloria es como una lira y en esta lira la cuerda de la que se arrancan los sonidos más bellos, más conmovedores para Dios, es la del sufrimiento. Por eso ella la puso en su lira y dejó que el espíritu la tocase constantemente a lo largo de su corta vida. Encontraba en ello su felicidad. Ella misma escribe: “El alma que quiere servir a Dios noche y día en su templo, es decir, en el santuario interior de que habla San Pablo cuando dice: “El templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros” (1Cor 3,17). Debe estar resuelta a participar efectivamente de la pasión de su Maestro. Es una rescatada que debe rescatar otras almas a su vez y para esto cantará con su lira: ‘Yo me glorío en la cruz de Jesucristo’ (Gal 6,14). Estoy clavada con Cristo en la cruz. Y todavía ‘sufro en mi cuerpo lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia’ (Col 1,24) (UE 13, p.1519)


P. Román Llamas, ocd



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