LAUDEM GLORIAE (15 DE 19)


Otra reflexión va por caminos de simplicidad y transparencia y capacidad de recibir. “Es un alma que mira fijamente a Dios en la fe y la simplicidad. Es un reflector de todo lo que Él es. Es como un abismo sin fondo en el cual Él puede verterse y expansionarse. Es también como un cristal a través del cual Él puede irradiar y contemplar todas sus perfecciones y su propio esplendor. Un alma que de este modo permite al Ser divino apagar en ella su deseo de comunicar ‘todo lo que Él es y todo lo que tiene’, es, en realidad, la alabanza de gloria de todos sus dones” (CF 43, p.119). Esta serie de comparaciones: reflector, abismo sin fondo, cristal, expresa perfectamente su pensamiento y experiencia sobre la generosidad divina y su complacencia con quienes le permiten derramarse a raudales con toda su carga inacabable de dones y gracias. Es lo que decía Santa Teresita en su ofrecimiento al Amor misericordioso: “Creo que, si encontraseis almas que se ofrecieran como víctimas de holocausto a vuestro Amor, Vos las consumiríais rápidamente, creo que gozaríais no reteniendo las olas infinitas de ternura que hay en Vos” (MA 84r). El tema de la irradiación aparece en la Elevación nº 3. “Tal fue el anhelo del Creador. Poder contemplarse en una criatura. Ver en ella reflejadas todas sus perfecciones, toda su hermosura, como a través de un cristal puro y sin mancha ¿No es esto una manera de extensión de su propia gloria?

P. Román Llamas, ocd



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