CRISTO VIDA POR EL AMOR-DOLOR (10 de 10)
El
Concilio Vaticano II recuerda que Cristo efectúo la redención con su obediencia
(LG3) –alguien ha escrito que la obediencia es la flor más exquisita del amor-.
Se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Fil 2,8). Poniendo el
interés notando en la materialidad del sacrificio, cuanto en el espíritu
interior, en el amor. Lo de san Agustín de los tres que mueren en la cruz, los
dos ladrones y Jesucristo. Materialmente la muerte es idéntica en los tres,
pero espiritualmente distinta: Jesucristo que muere con un amor infinito –no hay
mayor amor que dar la vida por los amigos- realiza la obra más grandiosa que es
la salvación de la humanidad entera; el buen ladrón, al ver la muerte de
Cristo, se arrepiente y es llevado por Jesús al paraíso y el mal ladrón, al
blasfemar de Cristo, se condena.
Me
amó y se entregó por mí (Gal 2,20). ¿Cómo lo valoro, lo vivo y lo agradezco?
Santa Teresa, hablando de la Humanidad sacratísima de Jesús, concluye: “Siempre
que se piense en Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas
mercedes, que el amor saca amor” (V 22,14; ver Exc. 2)
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