a) Textos en los que llama expresamente a Dios Padre (2 de 8)
Encontramos el nombre de
Padre dado a Dios en esta carta a Juana Gracias:
Cuando no encontramos lo
que deseamos en la prudencia humana ni en otros medios, “no hay más sino
dirigirse a un Padre infinitamente bueno y próvido, pedirle y esperar de él la
salvación y muchas veces es Dios quien queda con el encargo de abrirnos camino…
Aprendamos en tiempo de necesidad a confiar en Dios, a fiarnos de él, a esperar
en su paternal protección, y no temas nos abandone; no desoye a quien lo invoca
y le busca de buen corazón” (Cta 46:13.2.1860, 2-3,1100-01).
“¡Padre mío! ¡Padre
celestial! Vos que habéis dispuesto que esta vuestra hija peregrinante sobre la
tierra estuviese enlazada con los vínculos de la caridad con el Hijo del
hombre, bendecid esta unión” (MR Frag III, 3,722-23).
En un contexto en que
habla de Dios su Padre y Padre de la Iglesia, hay que entender lo de Dios Padre
cuando escribe:
“Dios escribió con su
propio dedo en las tablas de mi corazón esta ley: Amarás con todas tus fuerzas
(Dt 6,5; Mt 22,37). Y esta voz eficaz creó en él una pasión inmensa, la que se
hizo sentir desde mi infancia y se desarrolló en mi juventud” (MR Frag I,
2,719; Cfr. MR 12,966-57, donde desarrolla más ampliamente este mismo
pensamiento).
Es su Padre Dios quien le
ha preparado la casa del Vedrá. Escribe desde la soledad de la cueva de su
santuario santo el 10 de mayo de 1865 que oye una voz que se levanta desde el
fondo de los mares que circundan el islote y que decía:
“Estás en tu propia casa,
este islote es tu mansión como hombre mortal”. Y contesté “Sí, oh que estoy
bien aquí”. Y continuó aquella voz: “Es la casa que tu Padre te tenía preparada
para que en ella te unieras con su Hija en fe, esperanza y amor”. “Así lo veo”.
¡Monte santo, estoy rendido, déjame reposar en tu seno!” (MR 2,807)
Hablando de esta casa
maravillosa que el Padre le ha preparado, apenas la ha descubierto, dice que
fue Dios providente quien le proporcionó la soledad del Vedrá:
“Hace cuatro días que
vivo en estas peñas solo… Para el caso tengo provisiones para un mes. En este
islote Dios me ha preparado una soledad en una posición tan agradable a mi
espíritu que no me hubiera atrevido a desear ni pedir otra mejor. Habiendo aquí
agua y los hermanos para venir de cuando en cuando, lo tengo ya todo” (Cta.
39).
Cuando ha entrado ya en
el nuevo campo de la predicación, al volver del destierro de Ibiza, escribe a Juana
Gracias su abandono en manos de su Padre Dios:
“Veo ya una cosa y es que
Dios como buen Padre me conduce por la mano y me guía por donde él quiere. Y de
ahí es que iré donde no sé y marcharé por allá donde no querré. Él sabe cuán
dispuesto estoy para servir a su Iglesia y que en asuntos de su gloria todo lo
veo llano y fácil. Él sabe en cuán poco tengo mi vida y mi reposo y cuán
desprendido estoy de todo consuelo humano y celestial. Y porque conoce Dios en
esto mi generosidad, no me abandonará, sino que me guiará por donde le plazca.
Yo ando seguro, fiado en los cuidados de su paternal solicitud” (Cta. 56). En
otra carta le dice a Juana Gracias que Dios Padre vela por nosotros y que no
esperemos de él otra cosa que penas y sufrimientos.
“Te ofrezco consigo todos
los días juntamente conmigo y con Jesucristo ante el altar de los sacrificios;
y el Padre, ese padre providente, vela por nuestro bien, acepta mi ofrenda de
víctimas ofrecidas a Dios en sacrificio en el altar de la cruz en el calvario.
No esperemos otra cosa que penas y padecimientos” (Cta. 49).
Y así es el Padre Dios el
que le ha sometido a todas las fuertes pruebas por las que ha pasado en su
vida, que han sido muchas y terribles, para probar su fidelidad. Pone en boca
de la Iglesia estas palabras:
“Y ahora te descubro mi
cara, te revelo mi espíritu y te muestro mi corazón y mi amor para contigo,
porque tu amor para conmigo, tu lealtad, tu fidelidad no ha desfallecido en las
pruebas duras, largas y pesadas a que por ordenación de mi Padre has sido
expuesto. Yo soy toda tuya porque te amo” (MR Frag III, 3,722).
Hay que recorrer todas
las muchas y pasadas pruebas porque ha pasado a lo largo de su vida y
contemplar al B. Padre viendo en todas ellas la mano amorosa de su Padre del
cielo. Porque como él mismo afirma, este Padre providente no da más de lo que
podemos llevar y sufrir.
“En Palma, Barcelona,
Lérida y Aytona estuve perdido, sin apetito, el vientre flojo, el pecho
cargado, y últimamente en Aytona con tos y sequedad de estómago y sufrí bastante.
Por buena suerte estaba entre familia y podía bien cuidarme. Pero Dios da el
frio conforme la ropa” (Cta. 50).
P. Román Llamas, ocd
Próximas publicaciones
b) Dios Padre solícito y providente
c) Dios Padre dirige y gobierna sus
pasos.
d) Consulta con Dios Padre sus
asuntos
e) Dirige oraciones al Padre del
cielo
f) Se ofrece al Padre como víctima
g) Somos hijos de Dios
Comentarios
Publicar un comentario