Su vida es una vida de amor hasta morir de amor


¿Quiere decir esta expresión que desea morir e ir al cielo para ver definitivamente a Dios, conforme explica San Juan de la Cruz en las canciones 11 y 12 del Cántico Espiritual, del alma totalmente enamorada de Dios, que, aunque sea una imperfección natural desea morir, la inflamación de amor tan ardorosa y enamorada le hace desear la muerte: máteme tu vista y hermosura?

No hay que descartarlo. Cuando su madre le ha dado ya permiso para entrar en el Carmelo a los 21 años, escribe al canónigo Angles: “¡Oh, le quiero confiar una cosa! Si Usted supiese como tengo a veces nostalgia del cielo… Quisiera tanto irme allá arriba junto a Él. Sería feliz si me llevase consigo, aun antes de entrar en el Carmelo, porque el Carmelo del cielo es mucho mejor, y sería igualmente carmelita en el paraíso (Cta 55:19.5.1901). En otra del año siguiente le confiesa también a la Madre María de Jesús: “¡Oh, mi buena Madre, pensar que tenemos nuestro cielo en nosotros, ese cielo del que siento a veces la nostalgia… ¡Qué hermoso será cuando el velo se descorra al fin, y gocemos cara a cara de Aquel a quien amamos sobre todo!” (Cta 107: 11.2.1902)

Y se lo repite poco después al canónigo Angles: “Cuando Usted piense en su carmelita, dé gracias a Aquel que me ha reservado una porción tan hermosa. Algunas veces pienso que es un cielo anticipado. El horizonte es tan bello… Sí, es Él, ¡Oh! ¿qué será allá arriba, si ya aquí abajo hay uniones tan íntimas?... Usted conoce mi nostalgia del cielo. Ella no disminuye, pero yo vivo ese cielo, porque lo llevo conmigo” (Cta 111:7.4.1902)

Esta nostalgia del cielo se hace ya realidad al final de su vida de amor y le inunda de alegría. Escribe al Canónigo Angles: “No sé si ha llegado ya para mí la hora de pasar de este mundo al Padre (Jn 13,1), pero él me atrae muy fuertemente. A Usted, que ha sido siempre mi confidente, le puedo decir esto: la perspectiva de ir a ver a quien amo en su inefable belleza, y abismarme en esa Trinidad que ha sido ya mi cielo en la tierra, llena mi alma de alegría. ¡Oh, cuanto me costará volver a la tierra! ¡Me parece tan ruin al salir de mi hermoso sueño!” (Cta 171: 9.5.1906; cfr Cta 278 inicio)

Lo que sí significa esta expresión es llegar a la plenitud de la vivencia de amor a Jesús, a la Trinidad. La plenitud de transformación espiritual en ellos Tres, la plenitud de unidad con Jesucristo. Crucificado por amor, de modo que sea una cosa con él, que sea su humanidad suplementaria en totalidad.

P. Román Llamas ocd

 

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