En el Carmelo
Al
desarrollar lo que entiende por ser esposa de Jesucristo, encontramos estas
formulaciones: Ser esposa es tener todos los derechos sobre su Corazón. Es un
diálogo para toda la vida… Es vivir con… siempre con… Es descansar de todo con
Él y permitirle descansar de todo en nuestra alma
Es no
saber más que amar: amar adorando, amar reparando, amar rogando, pidiendo,
olvidándose. Amar siempre bajo todas las formas
Ser
esposa es tener los ojos en los suyos, el pensamiento obsesionado por Él, el
corazón todo cautivo, lleno, como fuera de sí y pasado a Él, el alma llena de
su alma, de su oración, todo el ser cautivado y entregado.
Ser
esposa, esposa carmelita, es tener el corazón abrasado de Elías, el corazón
transverberado de Teresa, su verdadera esposa porque cela su honor.
En
carta a Elena Centener, connovicia suya hasta su salida del Carmelo, el 21 de
junio de 1902, le escribe: “Amar, amar en todo tiempo vivir de amor, es decir
entregarse, ser su presa” (Cta 125: 21.6.1902). La expresión o imagen ‘presa de
amor’ que encontramos en otras cartas (Cta 125) y en otros lugares (P 88,GV
7;NI 15) está tomada de Santa Teresita cuya Historia de un alma había leído en
1899: “el pajarito no los teme (a los buitres); no está destinado a ser su presa sino del Águila que contempla en
el centro del Sol del Amor… quiere ser la presa
de tu amor” (M B 5v)
A la
Señora Angles, describiéndole la vida de la carmelita le dice que “para la
carmelita no hay más que una (ocupación) ‘amar. Orar’” (Cta 186: 29.6.1903)
En
carta al canónigo Angles le dice: “Me gusta tanto pensar que es por Él por quien
he dejado todo. Es tan hermoso dar cuando se ama, y yo amo mucho a este Dios
que está celoso de tenerme toda para sí. Siento tanto amor sobre mi alma. Es
como un océano en el que me sumerjo y me pierdo, es mi visión en la tierra,
mientras el cara a cara en la luz (Cta 177:27.8.1903)
Finalmente,
ser tomada por esposa, esposa mística, es haber arrebatado su Corazón hasta el
punto de que, olvidando toda distancia, el Verbo se derrame en el alma como en
el seno del Padre con el mismo éxtasis de infinito amor. Es el Padre, el Verbo
y el Espíritu invadiendo el alma, deificándola y consumándola en la Unidad por
el amor. (NI 13. Hacia la mitad de 1902)
Por
fin, en la llamada Elevación de la Trinidad, que es como el testamento
espiritual de Isabel de la Trinidad, toda ella traspasada de amor –Dios es
Amor- nos encontramos expresiones, exclamaciones como estas, aunque habría que
traerlas todas, pues todas respiran y derraman un fuerte aroma de amor “¡Oh, mi
Cristo amado! Crucificado por amor, quisiera ser una esposa (ya vimos lo que
significa para ella ser esposa de Jesús) para vuestro Corazón, quisiera
cubriros de gloria, amaros… hasta morir de amor… ¡Oh Astro amado! Fascinadme
para que no pueda ya salir de vuestra fascinación” (NI 15: 21.11.1904)
Al Espíritu
Santo le dice: “¡Oh fuego consumidor!, Espíritu de amor, descended a mí para
que se haga en mi alma como una encarnación del Verbo. Que yo sea para él como
una humanidad complementaria en la que renueve todo su misterio” (Ibidem) su
misterio de amor.
P.
Román Llamas ocd
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