Solo el amor 6 de 6
Ante
la propuesta de un casamiento que le ofrece su madre, un partido magnífico que
no volverá a encontrar jamás, son admirables las palabras que pone en boca de
Jesús, que no le abandone, que no le deje, que está tan abandonado… aunque le
ofrece un camino de sufrimientos y trabajos y la respuesta de Isabel, cuyo
corazón no es libre pues se lo dio al Rey de los Reyes y no puede disponer de
él: “Sí, amor mío. Vida mía, Esposo amado a quien adoro, estate tranquilo.
Estoy dispuesta a seguirte por ese camino de sacrificios” (D 124: 31.3.1899)
“Te devolveré amor por amor, sangre por sangre, has muerto por mí, pues bien,
yo moriré cada día a mí misma, cada día soportaré nuevos sufrimientos y un
nuevo martirio. Y esto por ti, a quien tanto amo” (D 126: 31.3.1899)
Ve su
vocación al Carmelo como una prueba del inmenso amor de Jesús a ella. Pone en
boca de Jesús: “No puedo darte una prueba mayor de mi amor, me ha dicho. Esta
vocación está reservada a las almas más amadas de mi corazón”
Y yo,
pobre criatura, que pienso tan poco en mi Jesús, soy llamada por Él, a esta
vocación sublime ¡Oh milagro de amor, amor incomprensible de mi Dios” (D 135:
15.4.1899)
El 28
de enero de 1900 comenzó los ejercicios espirituales dados por el jesuita P.
José Hoppenat, en la capilla de las Damas de Perard y en las primeras
reflexiones que hace le pide al Señor por medio de María “que yo viva en unión
íntima con Vos, que nada ¿verdad? Nada pueda distraerme de Vos (habla de
reuniones y fiestas a las que tiene que asistir), que mi vida sea una oración
continua… Es tan bueno amaros y ser toda vuestra…” (D 138: 23.1.1900). Estas
expresiones e ideales resumen su vida de oración e intimidad con Jesús. (Cfr D
156; NI 5 y 6 de estos mismos días).
Por
esos sufrimientos y dolores que le manda se considera una niña mimada: “Yo soy
tu pequeña mimada, tú me lo dices” (NI; cfr D 143 y NI 11)
En
carta a María Gollot le escribe: “Que bueno es Él, hermanita. Sí, amémosle, que
podamos llamarle con verdad esposo, como dice nuestra Madre. Entreguémonos al
amor. Sí, seamos víctimas de amor, mártires de amor. Esto estaría muy bien, y
después morir de amor, como nuestra santa Madre Teresa” (Cta 47: 18.4.1901)
Esta
actitud de hacer del amor a Jesús el todo de su vida, de no tener más ejercicio
que el amor, que solo en amar es mi ejercicio, vivido tan intensamente en el
mundo se acentúa y potencia en el Carmelo. Llega a cimas altísimas. Isabel de
la Trinidad todo lo centra en el amor, como buena discípula de Santa Teresa y
San Juan de la Cruz.
En el
cuestionario que le hacen poco después de entrar en el Carmelo nos encontramos
con estas respuestas, en las que notamos el interés e importancia que da al
amor:
1)
¿Cuál es según usted el ideal de la santidad?
Vivir de amor
4)
¿Cuál es su santa preferida y por qué?
Santa Teresa de Jesús porque murió de amor
12
¿Que disposiciones querría tener en la muerte? ¡Quisiera morir amando y caer
así en los brazos de aquel a quien amo!
13)
¿Qué martirio le agradaría más? Los amo
todos, sobre todo el del amor (NI 12.9.1901)
P.
Román Llamas ocd
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