Solo el amor 4 de 6
“! Oh,
Jesús! ¡Mi vida, mi amor, mi esposo, ayudadme!... Jesús, buen Maestro, supremo
amor, os inmolo mi voluntad, que sea una con la vuestra” (D 16: 24.2.1899)
Pidiendo
al Padre por la conversión de su vecino Chapuis le dice: Yo os ofrezco mi vida.
Os la he ofrecido desde hace mucho en holocausto para consolar a mi esposo
querido. Enviadme la muerte. Hacedme sufrir lo que queráis. ¡Ah! Eso es lo que
deseo, pero dadme esta alma, dádmela para Jesús. Mi amor, mi vida, por Jesús
cuya causa defiendo. Vos no podéis negarme nada pedido en nombre de esta
Hostia, de esta víctima sublime. Por eso, en su nombre, yo, pobre y miserable
criatura, me atrevo a levantar mis ojos hacia Vos, porque yo le amo hasta morir
de amor…” (D 17:1.3.1899)
Volviendo
de la Catedral donde se había abierto la Misión, escribe: “¡Con qué fervor he
rogado y suplicado al Dios todopoderoso por los pobres pecadores! ¡Cómo le he
ofrecido el sacrificio de mi vida, a ejemplo de Jesús, mi esposo querido, por
cuyo amor anhelo todos los sufrimientos y tribulaciones” (D 18: 4.3.1899)
Al
renovar el voto de castidad el 16 de julio de 1900 lo hace con estas palabras:
“¡Oh, mi querido Jesús! Renuevo con alegría mi voto de castidad que parece
unirse a ti más íntimamente. Me ofrezco a tu amor como víctima de holocausto
por la salvación de los pobres pecadores y te pido que me hagas mártir de tu
amor. ¡Ah! Que este amor me consuma y me haga morir, Jesús, Esposo amado… ¡Oh!,
amor mío! Que cada latido de mi corazón repita este ofrecimiento. Soy tuya, te
pertenezco, haz de mi lo que gustes. Soy tu víctima, quiero consolarte, y para
ello quiero sufrir todos los dolores con la ayuda de tu gracia, sin la cual
nada puedo” (NI 7). Veis bien que es a Vos, únicamente a Vos, a quien amo, el
único a quien me apego… (cfr Poesía de Santa Tersa: “Jesús solo) ¡oh Amor! ¡Qué
bueno es poderos dar, a Vos que me habéis mimado tanto!... (NI 11: 4.4.1901)
Este
mimo de Jesús se refiere a lo que dice inmediatamente antes: ¡Cuánto sufro,
Dios mío! Pero quiero permanecer en este estado todo el tiempo que os plazca,
ya que este bendito sufrimiento purifica mi alma a la que Vos queréis uniros
más íntimamente. Más, más, mientras queráis, pero ayúdame, soy tan débil” (NI
11).
Y es
que los sufrimientos para Isabel de la Trinidad vienen de Jesús, que es Amor.
“¡Oh, Dios mío! ¡Me enviáis el mayor de los sacrificios!... ¡Oh, Dios mío, oh
Vida mía! Sois Vos quien lo dais, poco importa lo que reenviéis”.
P.
Román Llamas ocd
Comentarios
Publicar un comentario