SOLO EL AMOR 2 de 6


El posromanticismo llena el ambiente en que se mueven sus años jóvenes y en el que ella sabe acompañar el sentimiento religioso de una firme voluntad, de una determinación muy determinada, de llegar hasta el fin del ideal presentido y de una decidida resolución a sacrificarse a sus exigencias, que son características del amor auténtico. Como dice María Bouverot, una amiga de los años de juventud: “Tenía un corazón muy sensible, un carácter alegre y ardiente”, y al mismo tiempo “se le notaba poseída totalmente por el Señor” (PO 283). Para Isabel escuchar a su corazón era obedecer a Jesús por amor a Él.

Acerca de esta sensibilidad escribe a su amiga Margarita Gollot: “Tal vez soy demasiado sensible, querida hermana, pero me ha gustado mucho que me diga que soy la más querida hermana. Me gusta releer estas líneas” y al final de la carta le remata: “Querida hermana, déjeme pedirle una cosa: si me ve con otra, si todo la hace creer que yo la dejo, no lo piense nunca, pues no conocería el corazón de su Isabel” (Cta 57:30.5.1901) Esta sensibilidad la manifiesta cuando escribe al canónigo Angles a propósito de lo que sufre su mamá ante la cercanía de su entrada en el Carmelo. “¡Que duro es hacer sufrir a los que se ama! Pero es por Él” (Cta 38:1.12.1900).

Con anterioridad ha escrito en su Diario: “¡Ah! Ella (mama) sabe que obro así por Jesús. Sabe también lo atroz que será el dolor de mi corazón al dejar a mi madre queridísima y a mi hermanita” (D 101: 25.3.1899; cfr D 105:26.3.1899) en que pide a Jesús su ayuda para que su corazón no se rompa ante la separación de su madre y su hermana.

A la Madre María de Jesús le dice que “el Señor le ha dado un corazón agradecido, amoroso y lleno de ternura”

Ya en el Carmelo, “ya ves, en el Carmelo el corazón se dilata y sabe amar más todavía” (Cta 88: 22.8.1901) y escribe al canónigo Angles: “Él ha puesto en mi corazón como una sed de infinito y una necesidad tan grande de amar que Él solo puede llenar (Cta 169:15.1.1903)

Le escribe a su madre: “Alégrate de ser amada por este corazoncito que es todo de Dios. Él le ha dado una gran potencia amorosa, y al pensar en ti ha sangrado a veces; pero es por Él” (Cta 178:8.9.1903)

En otra le dice también al final de la misma: “Adiós, querida mamá. Estoy muy habladora para una carmelita; pero cuando estoy contigo mi corazón no quiere callarse. Me hago una niñita, para dejarme acariciar por ti. ¡Son tan dulces las caricias de una madre! No sin dolor se despide una de ellas para siempre…” (Cta 189:1.1.1904)

P. Román Llamas ocd

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