SOLO EL AMOR 1 de 6


Según la enseñanza bíblica Dios es Amor (1Jn 4.8) y todo lo creado lo gobierna bajo el signo del amor. Y por eso lo único que cuenta y vale delante de Dios es el amor. Es clásico el texto de San Pablo: Aunque hablara las lenguas de los hombres…aunque tuviera el don de profecía… si no tengo amor nada me vale… (1Cor 13, 1-13). Por eso Dios de lo único que se precia en la persona humana, lo único que quiere y le pide es el amor, como enseña San Juan de la Cruz: “porque todas nuestras obras y todos nuestros trabajos, aunque sea lo más que puede ser, no son nada delante de Dios; porque en ellas no podemos dar nada ni cumplir su deseo, el cual solo el de engrandecer el alma. Para sí nada de esto desea, pues no lo ha menester, y sí, de algo se sirve, es de que el alma se engrandezca; y como no hay otra cosa en que más la pueda engrandecer que igualándola consigo, por eso solamente se sirve de que le ame; porque “la propiedad del amor es igualar al que ama con la cosa amada” (CE c.28.1). “El cual (amor) es de tanto precio delante de él, que, como el alma ve que su Amado nada precia ni de nada se sirve fuera del amor, de aquí es, que deseando ella servirle perfectamente, todo lo emplea en amor puro de Dios” (CE c 27,8)

Isabel de la Trinidad está poseída de Dios, bañada por dentro de la Trinidad Santísima, de ahí que no viva más que de amor, sólo el amor la llena. Pero antes unas consideraciones sobre su capacidad de amar.

Isabel de la Trinidad está dotada especialmente para amar. Ella misma confiesa: “¡Oh, Jesús mío!, si, la confieso, he amado demasiado a las criaturas, me he entregado demasiado a ellas, y deseado su amor, o mejor, no he sabido amar, amar divinamente” (D 15 y 20 febrero 1899). Cuando Isabel ama es siempre a fondo.

El canónigo Angles, amigo de la familia, y que la conoce desde la infancia, la describe como “viva, ardiente, apasionada…voluntariosa, fogosa”. Por el Diario que la revela en sus 18 y 19 años aparece más bien como una joven tranquila, dueña de sí misma, como una joven recta, prudente como las serpientes y sencilla como las palomas (Mt 10,16). Lo que más aversión le causa es el egoísmo en general (NI 12) bajo todas sus formas y manifestaciones.

Una sencillez de paloma que se compagina con la cierva sedienta y con la leona celosa. “Oh, sí, Jesús, estoy celosa, celosa de vuestro amor y te amo tanto que creo morir por momentos” (D 6)

Es emotiva y no se avergüenza de confesar sus lágrimas (Cfr D 18.28.42, 121, 127, 144) El alma de Isabel se desborda fácilmente (D 132).

P. Román Llamas ocd

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