EL JESÚS DE SANTA ISABEL DE LA TRINIDAD (5 de 5)


Como una hostia de alabanza a la gloria de Dios. ¡Oh, conságreme de tal modo que ya no sea yo sino Él! (Gal 2,20), y que el Padre, al mirarme, pueda reconocerle. Que yo sea conforme a su muerte (Fil 3,10), que yo sufra en mí lo que falta a su pasión por su cuerpo, que es la Iglesia (Col 1,24), y además báñeme en la Sangre de Cristo para que sea fuerte con su fuerza”. (Cta 294, 8 o 9 de julio de 1906, p.853).

Todo este recuerdo constante de la Pasión de Jesucristo no tiene más que una finalidad: identificarse con Él, el Crucificado por amor, como le hemos escuchado en la carta al canónigo Angles. Y es esta la otra cara que nos ofrece de Jesucristo. Es la imagen del Padre a la que tenemos que configurarnos, porque para esto nos predestino el Padre desde la eternidad, como nos dice San pablo: “A los que ha conocido en su presencia, les ha predestinado a ser conformes con la Imagen de su divino Hijo… Y a los que ha predestinado, los ha llamado, y a los que ha llamado, los ha justificado, y a los que ha justificado los ha glorificado” (Rom 8,29). Texto que Isabel repite muchas veces.

P. Román Llamas ocd

Comentarios

Entradas populares de este blog

VISIÓN PANORÁMICA DE LA VIDA Y PERSONA DE ISABEL DE LA TRINIDAD (6 de 6)

Hasta pronto P. Román

María alabanza de gloria (2 de 2)