CONFIGURAR CON LA IMAGEN DEL PADRE (1 de 4)

 

Este es el otro lado de la visión de Jesús. Que es la imagen de Dios Padre a la que tenemos que configurarnos para que el Padre nos reconozca por hijos en Él, su Hijo. Y como un aspecto esencial de esta imagen es la Pasión y la cruz, he ahí que configurarse con Cristo es configurarse con Cristo crucificado por amor, que por eso decía Santa Teresa que ella el mayor regalo que nos puede hacer el Señor es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo amado (7M 4,4). Y por eso mismo, como el padecimiento y la cruz abunda tanto y tan hondamente en la vida de Cristo, ella siempre escogería el camino del padecer siquiera fuera por imitar a nuestro Señor Jesucristo, aunque no hubiese otra ganancia en especial, que siempre hay muchas. (6M 1.7)

Jesucristo, el Crucificado por amor, es a quien tenemos que configurarnos. “Quotidie morior” (1Cor 15,31). Yo muero cada día. Yo disminuyo, me renuncio cada día más para que Cristo crezca y siga exaltado en mí. Yo permanezco en mi pequeñez, en el fondo de mi pobreza; veo mi nada, mi miseria, mi impotencia, me veo incapaz de progresar, de perseverar. Veo la multitud de mis negligencias, de mis defectos y me veo en mi indigencia. Me prosterno en mi miseria, reconociendo mi pobreza y la pongo delante de la misericordia de mi Maestro. Quotidie morior. Pongo la alegría de mi alma en cuanto a la voluntad, no en cuanto a la sensibilidad, en todo lo que puede inmolarme, destruirme, abajarme, pues quiero hacer lugar a mi Maestro. No soy yo quien vive, es Él quien vive en mí, no quiero vivir más de mi vida, sino ser transformada en Jesucristo para que mi vida sea más divina que humana y el Padre, inclinándose sobre mí, pueda reconocer la Imagen del Hijo muy amado en quien Él ha puesto todas sus complacencias” (CF 12, p.100).

P. Román Llamas ocd

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