ALMA DE ORACIÓN (9 de 10)


Isabel ha venido viviendo su vida de carmelita con ilusión en oración, silencio y soledad y espíritu de servicio a las hermanas. En mayo de 1904 vive lo que ella llama días de silencio en el Cenáculo; en septiembre sus ejercicios espirituales personales, y en noviembre los ejercicios espirituales de comunidad, y el 21 de noviembre de ese año compone su famosa Elevación: “¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro!”

En la cuaresma de 1905 se detectan los síntomas de su enfermedad que la llevarán a la tumba: la enfermedad de Addisón, entonces mal conocida, con úlceras interiores, fuertes dolores de cabeza, insomnios. No puede comer ni beber sino en cantidades mínimas. Su delgadez se hace espantosa. A mediados de agosto se siente muy debilitada; no obstante, hace sus ejercicios espirituales personales en octubre y en enero de 1906 los de la comunidad. En marzo pasa a la enfermería del monasterio. En abril estuvo a la muerte y le administraron la Extremaunción. Después de una mejora repentina vuelve a recaer y de nuevo mejora un poco. En la mitad de agosto hace su retiro personal y escribe los Últimos ejercicios. El 30 de octubre aprieta contra su corazón el crucifijo de su profesión y le dice: ¡Nos hemos amado tanto! Su cuerpo agotado no resiste más. Se acuesta definitivamente. Por la noche la sacude un gran temblor. Al día siguiente recibe por segunda vez la Extremaunción y el Viático.

P. Román Llamas ocd


 

 

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