VISIÓN PANORÁMICA DE LA VIDA Y PERSONA DE ISABEL DE LA TRINIDAD (5 de 6)
Cercano
ya el día de entrar en el Carmelo dice: “En las reuniones que había de tener
con mis amigas a quienes yo apreciaba, sin embargo, con todo mi corazón,
experimentaba mi alma una sensación de vacío francamente atormentadora,
parecíame un vivir sin vivir, un vivir no viviendo” (R p.130)
En
esa corriente de interioridad, traducida, según confesiones de personas que la
trataron en su vida en el mundo, en piedad, en fervor, devoción fervorosísima,
recogimiento que en hora y media no la vi hacer el más ligero movimiento,
preparándose para la confesión, en ayuda y entrega en la catequesis, en
paciencia y delicadezas incomparables, en cariño inmenso, en piedad llena de
unción, en enamoramiento de Dios, hecha sagrario de Jesús (Rp120-124;141; cfr
p. 66-7). Una persona que la conoce desde su diez y siete años dice, que todas
las páginas de vida interior que ella ha podido leer en Isabel se resumen en
una sola palabra: el amor… Nuestro Señor era su pasión (R p.153-4)
La
gran misión de 1899 que vivió con asiduidad y con intensidad le marcó de
verdad. En ella se desarrolló su vida interior, se perfeccionó su fidelidad a
la gracia y a la voluntad divina su espíritu de oración y, sobre todo, se
avivaron inmensamente las ansias de salvación de las almas de su corazón
ardiente y generoso por las que ofrece en varias ocasiones su vida y mil vidas
que tuviera. Todo fruto de su amor: Os amo, os amo con toda mi alma y tengo envidia
de esas almas que os han amado tan apasionadamente. Una fiel hija de Santa
Teresa antes de entrar en el Carmelo.
Esta
misión que se celebró cuando ella tenía 19 años la dejó ampliamente consignada
en su Diario.
P. Román Llamas ocd
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