CARMELITA EN EL MUNDO (2 de 3)
Dentro de dos meses me dejará entrar en el Carmelo ¡Lo he deseado tanto! ¡He esperado con tantas ansias este día que me parece un sueño! Escribe al canónigo Angles el 19 de mayo de 1901 (Cta 55; cfr Cat 31.12. 1902 a Angles)
Quien así piensa, así se expresa y reacciona y siente no puede menos de vivir el Carmelo, la vida de la carmelita antes de entrar materialmente en el convento.
Para ella ser carmelita es vivir sólo para Jesús “a solas con Vos solo, sin ocuparme de otra cosa sino de Vos, ni vivir con nadie sino con Vos, ni conversar con nadie sino con Vos” (R p.105). Es vivir en presencia de Dios. ¡Es tan fuerte esta presencia de Dios! Es aquí, muy dentro, en el cielo de mi alma, donde me gusta buscarle, puesto que Él ni me deja un instante (R p.152).
En una carta a una amiguita de quince años le describe la vida del Carmelo para que la viva en el mundo en el espíritu, sin duda recordando lo que ella misma había vivido de seglar. “He aquí toda la vida del Carmelo, vivir con Él. Entonces, todos los sacrificios, todas las inmolaciones se tornan divinas. El alma ve a través de todo a Aquel a quien ama y todo la lleva a Él; es un diálogo ininterrumpido. Usted ve que puede ser carmelita en el alma. Ame el silencio, la oración que son la esencia de la vida del Carmelo. Pida a la Reina del Carmen, nuestra Madre, que la enseñe a adorar a Jesús en recogimiento profundo. Ella ama mucho a sus hijas del Carmelo, su Orden privilegiada. Es también nuestra Patrona principal” (Cta 136:14.9.1902). A continuación, le habla de Santa Teresa y San Juan de la Cruz. “Amemos nuestro Carmelo. Es incomparable. En cuanto a la Regla, mi Germanita, verá un día que hermosa es: ¡Vívala ya en espíritu!
P. Román Llamas ocd
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