CARMELITA EN EL MUNDO (1 de 3)
Una
amiga suya de infancia que tuvo que cortar sus relaciones con ella por tener
que marcharse a Inglaterra cuando Isabel contaba 15 años, confiesa que un día
la tomó aparte y le confió que aquella misma mañana durante la acción de
gracias había entendido claramente que era el Carmelo el lugar donde el Señor la llamaba (R p.69), y
que a partir de ese momento no le hablaba de otra cosa. La vocación la tiene
desde niña, como ella misma dijo al canónigo Angles: No era más que una niña y,
sin embargo, usted no dudó de la llamada divina (Cta 111:17.4.1902)
En
una poesía de 1894 expresa el mismo pensamiento:
Con tu Hijo, Madre muy amada
Quiero vivir escondida,
Quiero estar en el Carmelo,
Es este mi eterno anhelo (P 2: 12.8 1894)
Y esta vocación va tomando cuerpo a medida que crece en edad y llega un momento en que se convierte en una necesidad el vivirla. Escribe en su Diario: ¡Oh, Carmelo bendito! ¿Cuándo llegará el día en que me abras tus puertas?
Cuando su madre le dice que puede entrar en el Carmelo cuando cumpla 21 años, dos años antes de esa fecha, prorrumpe en lágrimas de alegría y agradecimiento.
P. Román Llamas ocd
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