ALMA DE ORACIÓN (2 de 10)



Como carmelita que es en el mundo hizo de la oración su vida, que eso es la vida de la carmelita, como ella escribirá ya desde el Carmelo: “pudiera contestarte que para la carmelita no hay más que una ocupación: amar y orar, dando a entender que amar y orar es lo mismo como lo es en hecho de verdad, que la oración no es otra cosa que trato y diálogo de amor. La vida de la carmelita es una perenne comunión con Dios desde la mañana a la noche y desde la noche a la mañana. Se podrían multiplicar las citas a este respecto.

Y esta es su vida en el mundo. Aparentemente es como las demás, una más de la sociedad. De hecho, continúa sus viajes y visitas a los amigos de Dijon y de fuera. Sigue con las reuniones de amigas. Se viste con elegancia. Destaca en los círculos de amigas de militares y en las veladas de baile, donde conoce a numerosas personas. Los jóvenes psicólogos se dicen entre sí: Esta no es para nosotros; basta observar su mirada. Pero en realidad es muy distinta. Es una vida inmersa en Jesús. Jesús es su pasión. El amor a Jesús lo anima y vivifica todo. En una poesía de 1894 expresa así sus sentimientos: Jesús, de ti está mi alma celosa/ quiero ser pronto tu esposa/Contigo quiero sufrir y para verte morir” (P 4)

La invade una presencia misteriosa, la presencia de Jesús. Quizás pasa desapercibida a la mayoría, pero ella vive otra Vida. La nostalgia de Jesús, del Carmelo, de una entrega total domina a esta joven de 15 y 16 años y a los diez y siete acepta su situación concreta y todo lo que le hace sufrir a su corazón joven, animado por el deseo de una oblación muy contemplativa, como lo expresa en la Poesía 43 a la Virgen Inmaculada de 8 de diciembre de 1897.

P. Román Llamas ocd

 

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