ALMA DE ORACIÓN (1 de 10)
En su vivencia del Carmelo en el mundo no pudo por menos de dar una importancia total a la oración que es la esencia del Carmelo. En verdad es un alma de oración desde jovencita, porque ama mucho. “Nos amamos”, contestó a una amiga de su madre que no se explicaba que pasase tantos ratos de oración.
Oración que simultaneaba con el vencimiento de sí misma, que oración y regalo no se compadece, y oración que lleva a los momentos de esparcimiento y diversión con sus amigas. Le pide al Señor que ya que no le concede la soledad del claustro le dé la soledad del corazón: que viva de continuo en una soledad con Él, que nada sea capaz de distraerla: “Vos sabéis bien mi divino Esposo, que cuando asisto a esas fiestas mundanas, mi mayor consuelo es recogerme dentro de mí misma y gozar de vuestra divina presencia. ¡Os siento tan íntimamente dentro de mí!” (R p.116)
El encuentro con el Camino de Perfección de Santa Teresa, que le hizo muchísimo bien y gran provecho a sus 18-19 años, le influyó enormemente en su vida de oración. Le enseñó la oración de recogimiento interior pasivo, como don de Dios, con el que une al alma tan íntimamente a Sí que no es ella quien vive, es Cristo que vive en ella.
Ella fue agraciada con este don, con esta oración y por eso escribe: “Después de horas inefables en que el alma se olvida de todo y no ve más que a su Dios, que dura y costosa se hace la oración ordinaria” (R 119).
P.
Román Llamas ocd
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